La inflación en México rebasó el 7.3% en noviembre, reportó el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). “La peor cifra en 20 años”, indicó en el comunicado que compartió en las redes sociales el pasado 9 de diciembre.
En los medios de comunicación se hacía referencia a “la escalada de precios de mercancías, de la electricidad y los productos agropecuarios”, pero, ¿cómo pega esto en nuestros bolsillos? De entrada, “el incremento pega a las personas de menor ingreso”, nos dijo Ignacio Martínez Cortés, coordinador del Laboratorio de Análisis en Comercio, Economía y Negocios de la UNAM.
Y lo primero en que se ve reflejado es en “alimentos de primera necesidad”. Martínez Cortés nos explicó, que “pensando en personas con empleos de un salario mínimo al día”, aquellos, dijo, que “consumen la llamada ‘guajolota’ –pan con tamal–”, que en noviembre les costaba 15 pesos y pasó a los 20 en el mes de diciembre.
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Subida de precios pega a los de menor ingreso
El economista expuso que el incremento de cinco pesos tuvo su raíz en que “el tomate –verde– elevó su precio un 7.85% al consumidor y el chile jalapeño aumentó 30.66%. Ahora, si lleva pollo o carne, la torta de tamal presentó un incremento en su costo.
Para Martínez Cortés, “la inflación es un impuesto para las personas con menor ingreso”. El alza de precios impactó en el importe de los platillos de consumo y con los cuales están muy familiarizados las y los mexicanos.
En otro caso, el de los chilaquiles, detalló que “entre el mes de octubre y de noviembre, el preparar este platillo sin carne o sin pollo tuvo un incremento de 37 pesos”. Ahora, si se agregan esos ingredientes a la “crema, cebolla, queso, el costo final alcanzó hasta los 73 pesos”.
El aumento de precios también afectó a la población trabajadora que recibe más de dos salarios mínimos, subrayó el economista, como la situación de los oficinistas; ellos notaron la inflación cuando pagaban su comida en establecimientos como “loncherías, fondas, torterías y taquerías” en las que suelen comer.
“El consumo ya está inhibido”, puntualizó el coordinador del Laboratorio de Análisis en Comercio, Economía y Negocios de la UNAM. “Ya va para casi un año de que el ingreso no alcanza”, subrayó.
Escalada de precios y la cuesta de enero
“Desde el mes de mayo”, comentó Martínez Cortés, “ya contando diciembre, llevamos ocho o nueve meses de la reciente escalada de precios”. Ante este panorama no descartó “un cierre inflacionario llegando al 8% en el 2021”.
De ahí “el encarecimiento de frutas, verduras”, a lo que también ha contribuido “la temporada de heladas y fenómenos climáticos, lo que encareció el gas”.
¿Debe de preocuparnos la cuesta de enero? Para el especialista la “cuesta de enero se está presentando desde octubre”, y reiteró que “ahí fue cuando repuntó la inflación”. Por lo que consideró “esto se va a agudizar más en 2022, a raíz de que ya no es un año post pandemia”.
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Economía a niveles de 2019
Martínez Cortés expuso que ante el panorama actual, “la economía nacional estará regresando a niveles de crecimiento de 2019”. Aunque, “veremos que la economía el año que viene estará creciendo en 3 +/-0.5% -un techo de 3.5 o un piso de 2.5 con expectativa a la baja-, entonces ese es el riesgo que se avizora el año entrante”.
Según el experto, Victoria Rodríguez -gobernadora electa de Banxico- enfrentará dos escenarios cuando tome posesión de su cargo el 1 de enero.
“Si Banxico aumenta la tasa de interés en 0.25%, va a obligar a la nueva gobernadora a aumentar el 10 de febrero de 2022 la tasa de interés”, advirtió el analista. “Si por el contrario, el aumento es de 0.50%, la expectativa es que ya no habría aumento en la reunión de febrero, pues se mantendría la tasa como estaría cerrando 2021 la política monetaria en México”.
“No hay que “tener el don de Cassandra,-la deidad que adivinaba el futuro-, para decir que la próxima semana –16 de diciembre– el Banco de México (Banxico), estará aumentando la tasa de interés”, concluyó.
¿Cuál será la decisión que tome el Banco de México en los siguientes días?
