El hambre de justicia que explica los linchamientos en México

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En un país donde impera la impunidad, ¿es la “justicia” a mano propia la única respuesta para corregir las injusticias que sufren las y los mexicanos a diario?

El pasado 27 de marzo salieron de Taxco, Guerrero, una serie de imágenes y videos que conmocionaron y alarmaron hasta a los mexicanos más indiferentes. El feminicidio de la niña Camila, seguido por el linchamiento de una de los presuntos asesinos en las calles de este Pueblo Mágico han despertado muchas conversaciones alrededor de la violencia con la conviven la mayoría de los mexicanos.

Los linchamientos son el resultado de una percepción colectiva de injusticia y un hartazgo, que explota de forma violenta en contra de uno o varios individuos a los que se considera han atentado en contra de la comunidad. El fin de un linchamientos no es neutralizar la amenaza o asistir a la justicia, sino buscar venganza y desahogar un resentimiento acumulado. 

¿Qué pasó en Taxco?

Gema Kloppe-Santamaría es una historiadora y socióloga mexicana que ha estudiado a fondo este fenómeno en México. Gran parte de su trabajo se centra en el papel central que tiene la violencia en la formación del Estado mexicano posrevolucionario. 

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Tres aspectos fundamentales para explicar el linchamiento en Taxco, nos comenta Kloppe-Santamaría, son en primer lugar la presencia de “una autoridad a la que la ciudadania percibe como abusiva, corrupta e incapaz de proveer seguridad y justicia”. 

En segundo lugar, según la autora, están el tipo de crímenes del que se acusa: por un lado el robo de niños y por otro lado el feminicidio. Los linchamientos a “robachicos” son de los más comunes y si bien el feminicidio por años fue ignorado, cada vez es más motivo de alarma en la sociedad. 

En otros momentos de la historia la brujería, la modernización y el comunismo eran percibidos como la mayor amenaza al orden social y se hinchaba a quienes se sospechaba de traerlos, pero conforme van cambiando los miedos, también han ido cambiando las víctimas, precisó la académica.

Finalmente, para que se de un linchamiento se requiere de una “propension por parte de la ciudadanía a apoyar formas de castigo expedito, letal y particularmente crueles”. El exceso de violencia que tienen los linchamientos no podemos explicarlo si no consideramos este impulso y apoyo popular a este tipo de castigos, dijo la autora del libro En la vorágine de la violencia, el cual detalla la relación de la sociedad mexicana con los linchamientos en el siglo XX. 

El Estado presente 

¿Por qué persisten los linchamientos? Por un lado está la ambivalencia que hay alrededor del tema. A pesar de la crueldad y violencia con la que se dan estos hechos, no hay una condena clara por parte de la sociedad o de la autoridad ante estos. La idea de que –aunque imperfecta– es una forma de obtener justicia prevalece en el discurso y en el entendimiento del tema. Pero por otra parte está la complicidad del Estado.

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Si bien los linchamientos vienen de una frustración colectiva en contra de la inacción del Estado, no atentan en contra del poder político hegemónico. Claro que hay casos de autoridades locales que son víctimas de estos ataques, sin embargo, estos actos de “venganza” no alteran el orden político.  

Los linchamientos funcionan como válvula de escape “que no le cuesta nada a las élites políticas” y funciona para que la sociedad saque su enojo y tenga el sentimiento de que se hizo justicia, nos explicó Kloppe-Santamaría.

A la persona que se le está linchando no solo se le está linchando por ese delito en particular, se le está linchando porque hay un sentimiento acumulado de frustración, una sensación de vulnerabilidad y enojo en contra de las autoridades, pero quienes pagan no son ellas, sino este presunto criminal que el grupo ha denominado como “el enemigo”.

“Es el resultado de una larga historia de agravios y por eso es que es tan excesivo el uso de violencia, no solo se está castigando esa conducta, se está castigando todo. Es por esto que el contagio de la violencia es tan fuerte en los linchamientos” y tantos ciudadanos se suman como participantes o espectadores, comenta la también doctora en filosofía. 

Linchamientos hoy en día

La chispa que prende un linchamiento es usualmente un rumor; antes estos pasaban de boca en boca entre los vecinos pero ahora circulan en Whatsapp y Facebook con una velocidad y alcance mucho mayor. 

Las redes sociales han alimentado este fenómeno no solo en la cantidad de personas a las que se convoca, sino también han multiplicado el número de espectadores. Los videos que salieron de Taxco hicieron a millones de mexicanos partícipes del hecho. 

En el México del siglo XX, los medios ocuparon un rol fundamental en propagar esta idea de que el linchamiento era una forma de justicia, pero hoy en día las redes sociales han ocupado este rol y se han vuelto un espacio de debate donde la violencia no solo es excusada, sino que muchas veces hasta aplaudida. 

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En los últimos 10 años se ha identificado una tendencia a la alta en los linchamientos y, aunque los datos alrededor del tema son imperfectos ya que este no es un delito tipificado, se puede ver un crecimiento alarmante, según el registro de la organización Lynching in Latin America (LYLA). 

Tan solo en 2018 y 2019 se registraron 222 y 219 linchamientos, respectivamente, en México. Estos picos en estos hechos coinciden con los picos en violencia que se han vivido en los últimos años. Puebla y el Estado de México son los estados que más linchamientos han registrado desde el año 2000. 

Normalización de la violencia 

El linchamiento “es un fenómeno que nos divide mucho como sociedad. Al final lo que queda de este tipo de historias es el testimonio de un país muy dolido que clama justicia, pero comete actos de venganza; un país en el que se denuncian los abusos de la policía y las violaciones a derechos humanos, pero al mismo tiempo se toleran cuando son en contra de quienes se considera que ‘se lo merecen’”, comentó la también licenciada en relaciones internacionales por el ITAM.

Claro que los linchamientos están inmersos en un contexto generalizado de violencia en México que permea sobre cada aspecto de la vida de los mexicanos, sin embargo, estos actos de violencia ciudadana solo destruyen más el ya débil tejido social. 

Además de un cambio radical en las instituciones de seguridad pública en México para detener el crimen y la impunidad, es fundamental que haya un cambio en la percepción y conciencia ciudadana sobre estos actos. Se tiene que hacer una crítica y una denuncia “subrayar que estos actos no son de justicia, sino de violencia”, concluyó Gema Kloppe-Santamaría. 

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