En el 2022, 11 de las 20 ciudades con mayor tasa de homicidios por cada 100,000 habitantes pertenecieron a México de acuerdo con el ranking de la firma World of Statistics, una red global de casi 2,360 organizaciones que promueven la conciencia pública sobre el poder y el impacto de las estadísticas las sociedades.
Esto es preocupante porque, además, las ciudades mexicanas ocupan nueve de los primeros 10 lugares en la lista que compartió World of Statistics en su cuenta de Twitter el 2 de junio de 2023, siendo Colima la que encabeza el listado con una tasa de 181.9 homicidios por cada 100,000 habitantes.
A esta ciudad le sigue el municipio de Zamora de Hidalgo en Michoacán que registró 177.7 homicidios por cada 100,000 habitantes. El tercer puesto lo ocupa Ciudad Obregón, Sonora con 138.2 homicidios; el cuarto Zacatecas, Zacatecas con 134.6 y el quinto Tijuana, Baja California con 105.1 homicidios por cada 100,000 habitantes.
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La sexta y séptima posición la tienen Celaya, Guanajuato con 99.6 y Uruapan, Michoacán con 78.3 homicidios por cada 100,000 habitantes. La octava la ocupa New Orleans, Luisiana, en Estados Unidos con 70.6 y de volvemos a México que tiene la novena y décima posición en el ranking con Ciudad Juárez, Chihuahua (67.7) y Acapulco, Guerrero con 65.6 homicidios por cada 100,000 habitantes.
Irapuato, también en el estado de Guanajuato, tiene el lugar número 13 con 61.6 homicidios por cada 100,000 habitantes y en el puesto 14 se encuentra Cuernavaca, Morelos con 60.2.
Morena gobierna en seis estados con las ciudades con mayor tasa de homicidios
De los nueve estados que tienen las ciudades con mayor número de asesinatos, seis son gobernados por Morena: Colima, Michoacán, Sonora, Zacatecas, Guerrero y Baja California. Esto significa que Morena gobierna el 30% de las 20 ciudades más violentas del mundo de acuerdo con los datos de World of Statistics.
Daira Arana, especialista en militarización y directora regional de la organización mexicana de análisis sobre asuntos internacionales Global Thought Mx, resaltó que en el contexto histórico varias de estas ciudades han tenido una continuidad en los altos índices de violencia -Acapulco, Ciudad Juárez o Tijuana, por mencionar algunos- lo que refleja el seguimiento de una estrategia de seguridad fallida en este sexenio y en los anteriores.
“No solamente es la estrategia de militarización de la seguridad pública, sino también la estrategia en la cuál se ha privilegiado el tema de violencia generada por grupos del crimen organizado que no se han desarticulado propiamente, que no se han roto las redes de macrocriminalidad que mantienen a estos grupos operando”, nos dijo la especialista.
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Arana agregó que, en un sentido más profundo, tampoco se tienen claras las razones por las cuales las personas matan a otras personas, “las propias autoridades no han podido entender qué es lo que propicia estas interacciones violentas entre las personas y cómo prevenirlas. Más allá de la captura de líderes de grupos criminales o de la presencia de las autoridades en las comunidades”.
La complicidad de las autoridades con los criminales: el mayor cáncer
En lo anterior coincidió el profesor Jesús Salazar Rojas, quien actualmente imparte el diplomado sobre Comunicación Política y Periodismo de Investigación para elementos de la Secretaría de Marina y es autor del libro La Transición Mexicana: realidad y utopía. El experto destacó que llevar un registro diario de los delitos -como se anunció al inicio de este sexenio- tampoco soluciona el problema.
“Todo esto deviene de una estrategia del Estado mexicano, más allá de hablar de los gobiernos estatales o municipales. Es una paradoja porque a pesar de la alternancia política que se dio en 2018 con la llegada de la denominada izquierda a la presidencia de la República, hay una doble moral, pues en este sexenio no se ha elaborado una estrategia contundente que realmente pueda ir deteniendo a la delincuencia organizada”, detalló.
¿Por qué han retado al Estado los delincuentes? Cuestionó Salazar Rojas y acusó que gran parte de las fallas en cualquier estrategia implementada por este y los demás gobiernos -como el de Felipe Calderón- es que no se ha podido desterrar la complicidad entre las instancias y autoridades -en cualquier orden de gobierno- con la delincuencia organizada.
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“¿De qué sirve tener un caudal de legislaciones para la creación de un Consejo Nacional de Seguridad Pública, la cooperación entre Ejército, Marina, Guardia Nacional, policías estatales y municipales, si están coludidas, permeadas o sobornadas por los grupos delincuenciales”, resaltó.
Ninguna estrategia -por más perfecta que pueda parecer en el papel- tendrá efecto para garantizar la paz y la seguridad a la ciudadanía si los responsables de combatir al crimen comparten intereses con quienes cometen los delitos. Hasta que esto se detenga, seguiremos viendo números alarmantes que tristemente reflejan la realidad en la que estamos viviendo.
