Programas de empleo a migrantes, otra promesa llena de obstáculos

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Cada vez es más común que veamos en la CDMX a personas de otros países (principalmente centroamericanos, caribeños y sudamericanos) laborando en algunos comercios o vendiendo productos en las calles. Pero también hemos visto a muchas de ellas en indigencia y pidiendo limosna.

¿Te has preguntado por qué pasa esto? Desde siempre, México ha sido expulsor y receptor de población migrante, así como país de tránsito de mucha gente que busca llegar a Estados Unidos. Sin embargo, de un tiempo a la fecha vemos cómo aumentan las caravanas de migrantes que huyen de sus lugares de origen debido a la pobreza o la violencia (o por ambas cosas), en un anhelo por mejorar sus condiciones de vida.

¿Qué opciones y posibilidades de desarrollo tienen estas personas al llegar a nuestro país? ¿Cómo pueden subsistir mientras permanecen en México en busca de asilo o residencia temporal? ¿Nuestras autoridades les brindan apoyo? ¿O son víctimas de discriminación y xenofobia al igual que nuestros connacionales migrantes en EU? ¿Por qué debería importarnos su situación?

Contribución al desarrollo

“Instancias como la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) han documentado que cuando se dan facilidades a las personas en movilidad humana para trabajar e integrarse, la contribución económica y social a los Estados receptores es grandísima”, nos señaló Luis Xavier Carrancá, abogado de la Clínica Jurídica para Personas Refugiadas, de la Universidad Iberoamericana.

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El experto sobre temas migratorios nos habló sobre los programas del gobierno federal y empresas implementados en el actual sexenio, para dar empleo a la población migrante en condición de vulnerabilidad que está de paso o busca quedarse en México. ¿Son positivas estas acciones?, le preguntamos.

“Es positivo todo lo que permita el goce y ejercicio de derechos a estas personas en movilidad, y que favorezca su integración o al menos su estancia en condiciones dignas”, nos respondió Carrancá.

Sin embargo -aclaró el abogado-, los programas de empleo para personas migrantes o refugiadas forman parte de la “presión” de EU a México, para que la población extranjera se quede aquí y desista de llegar al país del norte: “es una política de desincentivación de la movilidad y me parece que la presión ha sido muy directa. Las acciones conjuntas son para eso: dar atención a los países expulsores y evitar que la migración llegue a EU”.

“La creación de ciertos programas busca maquillar esta violencia que se da en México hacia las personas en movilidad, como con las ofertas para trabajar o quedarse en el país. No obstante, estos mecanismos se han visto rebasados o son insuficientes porque a la vez que no garantizan condiciones de estancia ni trabajos dignos, suelen dar oportunidades en estados donde ha aumentado la xenofobia o tienen contextos de mayor tensión social”, abundó.

¿Qué tipo de empleos se ofrecen en México a la población migrante?

En mayo de 2023, el presidente Andrés Manuel López Obrador anunció un programa de visas temporales para que migrantes centroamericanos trabajen legalmente en México en obras como el Tren Maya y el Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec. “Necesitamos fuerza de trabajo para las obras y más si se trata de mano de obra calificada; nos hacen falta muchos fierreros, soldadores, incluso ya ingenieros profesionales para el Tren Maya”, dijo.

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Recientemente, en febrero de 2024, se informó sobre una coalición de 46 empresas que contratarán a personas migrantes y refugiadas en México, a fin de “promover la integración laboral de esta población”. Entre tales empresas se encuentran Alsea, Amazon, Chedraui, Coppel, Comex, Marriott International, PepsiCo Alimentos y Walmart, por mencionar algunas.

En contraste con esa formalidad laboral que se ofrece a esta población vulnerable, diversos medios han reportado que decenas de migrantes en condición irregular, en particular de origen haitiano y venezolano, tienen trabajos mal retribuidos en la Central de Abasto de la CDMX, o se desempeñan de manera informal como vendedores, vigilantes, repartidores de agua o en labores de limpieza ganando incluso hasta menos de un salario mínimo al día.

A lo anterior se suman las trabas que ponen autoridades y empresas para dar empleo formal a personas en movilidad. “En Migración nos dieron una credencial que decía ‘visitante’ y según me iban a dar trabajo con eso, pero falso, nadie nos contrató… porque en la empresa decían ‘no te vamos a dar trabajo porque eso no es un documento oficial’”, contó un matrimonio venezolano para un estudio sobre la inserción laboral del migrante en México.

Otra migrante venezolana relató para la misma investigación: “en las entrevistas me va bien, dicen que cumplo con el perfil de todo, pero se frenan cuando ven que no tengo el permiso de trabajo… yo lo que necesito es una oferta laboral para que Migración me dé permiso de trabajo… pienso que (las empresas) no quieren hacer ningún trámite ante Migración porque quizá piensan que les va a costar dinero”.

Política migratoria “esquizofrénica”

Ante la exclusión laboral de la población migrante, Luis Xavier Carrancá nos aclaró que a las personas en movilidad humana se les tiene que dar la posibilidad de contribuir y de ser actores dentro de la sociedad, pero lamentó que se les bloqueen las opciones de trabajo y estancia. Advirtió que esta situación provoca el aumento de migrantes en situación de calle.

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Además de la lentitud o negativa del Instituto Nacional de Migración (INM) para dar a las y los migrantes los documentos necesarios para que puedan laborar en México, el defensor de esta población apuntó que pareciera que nuestro país empieza a replicar la idea (muy común en EU) de que a la migración irregular se le puede “explotar y hasta cierto punto esclavizar”.

“Hemos visto que muchos empleadores particulares se aprovechan de la irregularidad para poder contratar a migrantes en condiciones indignas o no adecuadas, por ejemplo para personal de servicio sin sueldo o para labores pesadas”, criticó el integrante de la Clínica Jurídica para Personas Refugiadas.

Carrancá nos advirtió sobre la contradicción de autoridades y empresas, pues por un lado hablan de facilidades para que migrantes y refugiados obtengan empleo en México, pero al mismo tiempo les ponen todos los obstáculos posibles: “el INM dilata hasta seis meses los procedimientos para dar el documento de estancia regular en el país, cuando se podría dar en un día o máximo una semana, y sin este documento no pueden trabajar”.

“El INM se inventa muchas trabas, les hace dar muchas vueltas para desgastarlos, mientras que las empresas les exigen, por ejemplo, que abran cuentas bancarias, pero los bancos tampoco facilitan su apertura. Les piden pasaporte cuando las personas refugiadas tienen dificultades para obtenerlo. O luego ya no basta con el documento migratorio por razones humanitarias, sino que les exigen residencia permanente o temporal”, añadió.

Es una actitud “esquizofrénica”, sentenció Carrancá, pues subrayó que mientras el gobierno dice incentivar el empleo para migrantes y refugiados, al mismo tiempo continúa la persecución en su contra: “para mantener contento a Estados Unidos, nuestra política migratoria tiene que ser agresiva, debe hacerles la vida imposible en su tránsito o estancia para que se regresen por su cuenta a su país o decidan no seguir su ruta”.

“El problema es que el muro ya no está en la frontera con Estados Unidos, sino que también se busca que en México seamos receptores (de migrantes) y muro al mismo tiempo”, concluyó el activista.

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