De las maquiladoras del siglo XX al nearshoring en el siglo XXI: el desafío del progreso social y la seguridad

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Ahora que está tan de moda hablar de nearshoring (la relocalización de empresas de un país a otro), ¿alguien se acordaba que eso ya existía en México con las maquiladoras o empresas manufactureras desde hace décadas?

Ya bastante entrado el siglo XXI, ¿qué papel juegan estas maquiladoras en el desarrollo del país y en la relación comercial con el extranjero? ¿Se relanzarán como un polo de crecimiento económico y calidad de vida, o volverán a ser factor de explotación y descomposición social como lo vimos con las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez a fines del siglo pasado?

“El nearshoring se trata de una estrategia de externalización de las empresas, las cuales trasladan parte de sus operaciones a los países cercanos. Esto ya existía en nuestro país, solo que el concepto se empieza a popularizar ahora”, nos explicó el economista por la UNAM Manuel Díaz.

El también presidente del Instituto de Asesoría en Finanzas Internacionales afirmó que las empresas maquiladoras han tenido un papel histórico en México, y que ahora de lo que se trata con el nearshoring es que se integren y se reformulen a partir de los nuevos escenarios mundiales de reajuste en las cadenas de valor de productos y mercancías.

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“Además de la relocalización de empresas y de las cadenas de suministros, se deben establecer convenios de colaboración para mejorar la infraestructura, la logística y, por supuesto, la geopolítica entre los países”, abundó el especialista, quien nos aclaró que el nearshoring y las maquiladoras son un tema conjunto, pues “no pueden separarse”.

¿Cuándo y por qué llegaron las maquilas a México?

Según diversas investigaciones, las primeras maquiladoras llegaron a México alrededor de los años 60 y 70 del siglo XX a fin de que países como Estados Unidos, principalmente, pudieran obtener productos manufacturados a bajo precio. Con la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, en 1994, el sector tuvo un repunte sobre todo en los estados fronterizos.

“Estas empresas de capital extranjero aprovecharon los bajos costos de mano de obra mexicana para aumentar su tasa de ganancia y la cercanía con el mayor mercado del mundo para vender sus productos; aunado a una regulación laxa en la que al inversionista no se le exigió hacerse responsable de los costos sociales, ni ambientales derivados de sus actividades”, señaló al respecto el Centro de Estudios Estratégicos Nacionales (CEEN).

De acuerdo con el análisis del CEEN, gracias al nearshoring (ya en la actualidad) llegaron a México inversiones extranjeras por más de $13,000 millones de dólares hasta julio de 2023. Durante el primer trimestre del año pasado, China alcanzó el 65% de las inversiones en el país por concepto de nearshoring, seguido de EU, Alemania, Japón, Corea del Sur, Taiwán, Canadá, Italia y Suecia.

En tanto para este 2024, el Consejo Nacional de la Industria Maquiladora y Manufacturera de Exportación informó que las empresas extranjeras invertirán $9,050 millones de dólares en activos fijos adquiridos mediante importaciones, para instalar líneas de producción, plantas y fábricas en México.

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Oportunidades y riesgos

El economista Manuel Díaz nos precisó que si bien en años anteriores hubo muchas compañías manufactureras que explotaban y le daban malas condiciones a las y los trabajadores mexicanos, ahora el nearshoring llega con perspectivas positivas, pues se hablaría de cientos de millones de dólares que ingresarían al país, y que beneficiarían a millones de personas con empleos mejor remunerados.

El también especialista en temas de competitividad abundó que el nearshoring ayudará a la gente de menos ingresos, y que en la medida en que haya nuevos esquemas productivos habrá un beneficio social al acceder a nuevas tecnologías: “ingresarán maquiladoras del sector automotriz, textil, de la electrónica, pero también mucha tecnología de la información. En ese sentido, el nearshoring tiene efectos más benéficos que perjudiciales para el trabajador”.

En el aspecto social, Díaz nos dijo que el caso de las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez, Chihuahua (muchas de ellas trabajadoras de la maquila), a fines del siglo XX y principios del siglo XXI, fue un trágico ejemplo de la inseguridad y la descomposición social en esa localidad en aquellos años, pero que desafortunadamente ya se ha generalizado en todo el país.

“Ahora ya nos matan, nos secuestran y nos hacen mal en todo México; es una descomposición que está permitiendo el gobierno y eso puede ser un freno para la aplicación benéfica del nearshoring”, advirtió el autor de diversos libros sobre temas financieros.

Al respecto del feminicidio en Ciudad Juárez, hay que recalcar que muchas de las víctimas trabajaban en las maquiladoras y eran migrantes, por lo que eran una población vulnerable que tristemente fue presa fácil de criminales. Además se sumó la falta de protección -e incluso la posible complicidad- de autoridades y empresas, lo que abonó a la impunidad en los asesinatos.

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Asimismo, algunos académicos ven el riesgo de que con el nuevo impulso que tomarán las maquiladoras por el nearshoring ocurran otros escenarios de descomposición social. Mateo Crossa, investigador del Instituto Mora, escribió en un artículo reciente sobre la explotación y vulnerabilidad a las que podría enfrentarse la población migrante al ser contratada por estas empresas.

“Poco se dice sobre la creciente incorporación de población migrante a las líneas de producción de la maquila… en lugar de promover un aumento significativo y relevante de los ingresos a las familias obreras, las maquiladoras apuestan a aprovechar la condición de vulnerabilidad, fragilidad y criminalización en la que está la población migrante en México para incorporarla como fuerza de trabajo industrial”, dijo el doctor en Estudios del Desarrollo.

Por su parte, Belem Vásquez, investigadora de El Colegio de la Frontera Norte, apuntó que se debe reflexionar si la industria maquiladora, ahora con el nombre de nearshoring, será en realidad el motor de desarrollo económico esperado.

“Este modelo de industrialización en México ya tuvo su tiempo y ya produjo sus resultados, los cuales no fueron muy buenos. El propósito de la inversión no es crear empleos, no es mejorar las condiciones socioeconómicas del lugar donde se ubica… su propósito es maximizar sus ganancias y mantener su posición con la competencia mundial, por lo tanto, es ingenuo esperar que el nearshoring logrará posicionar a México en el primer mundo”, consideró la experta.

Ante esa incertidumbre, el analista financiero Manuel Díaz nos aclaró que depende del gobierno mexicano garantizar la seguridad y las condiciones adecuadas para que las nuevas maquiladoras que lleguen a México puedan operar y brindar empleos con sueldos competitivos.

“El nearshoring puede ayudar a mejorar el tejido social en la medida en la que se ataquen los problemas sociales, el rezago salarial, la inseguridad, la falta de infraestructura adecuada, en fin, todas esas cosas que debe ofrecer el país receptor. En tanto no mejore la seguridad, el nearshoring, como concepto, puede ser muy bueno, pero en la realidad tal vez no lo sea. Las empresas no van a querer venir a una ciudad donde les pidan derecho de piso”, concluyó.

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