Oposición y gobierno, atorados en una batalla de propaganda que desvirtúa el lenguaje y las palabras

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Las palabras que más usa el presidente López Obrador en las conferencias matutinas son “pueblo”, “corrupción”, “conservadores” y “neoliberales”, de acuerdo con Luis Estrada, director general de Spin Taller de Comunicación Política. 

Se trata de términos ambiguos para intentar construir un discurso de una transformación del país aún cuando no haya resultados que lo sustenten, según Estrada, frente a unas oposiciones que buscan que no ocurra.

El experto en comunicación política considera que esta confrontación entre transformadores y conservadores se da sin ninguna explicación teórica, por lo tanto es propaganda que busca dejar de lado la información, la transparencia y la rendición de cuentas.

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El uso político de las palabras

La periodista española Lorena Arraiz explicó al medio Crónica Global que una manera de conseguir un cambio político es cambiar el lenguaje.

“El cambio de lenguaje produce un cambio en el pensamiento, y eso produce un cambio en la acción política, que genera un cambio político”, explicó Arraiz.

Esto ha sido utilizado por regímenes autoritarios para generar un pensamiento único en la población, sin embargo Arraiz expuso que es la misma manera de combatir a este tipo de regímenes.

“Los conceptos dejan de significar lo que pone el diccionario y responden a un adoctrinamiento lingüístico”. ¿Cómo combatirlo? “Con un nuevo escenario lingüístico”.

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Las palabras más usadas por AMLO

El doctor en Ciencias Políticas Luis Estrada dirige Spin Taller de Comunicación Política, desde donde contabilizan las palabras más usadas por el presidente López Obrador en las conferencias matutinas, las cuales desmenuza en su libro El imperio de los otros datos.

Según este conteo, la palabra que más usa el presidente es pueblo, la cual siempre evoca de manera abstracta para justificar cada acción de su gobierno, ya que supuestamente cada decisión tomada es para defenderlo contra los intereses de las élites. 

Esta defensa la lleva al grado de “enfrentarlo contra las propias reglas, leyes e instituciones. Sin definirlo a detalle intencionalmente, el presidente López Obrador se refiere al ‘pueblo’ más de 10 veces en promedio en cada una de sus conferencias de prensa”, asegura Estrada.

La siguiente palabra que más utiliza es “corrupción”, que según el experto es el origen y fundamento de cualquier situación que evalúa el presidente como negativa en México “y que su gobierno ya eliminó. Una afirmación que, por ambigua, no se puede demostrar”.

Otra palabra muy utilizada es “conservadores”, de acuerdo con Estrada, lo cual busca comparar al actual gobierno con el de los liberales del siglo XIX que, según la historia oficial, se enfrentaron a los conservadores que no querían separar a la Iglesia del Estado.

En el caso actual, el presidente “los combate todas las mañanas en sus conferencias de prensa. Se oponen a la ‘Cuarta Transformación’ que su gobierno ‘liberal’ está llevando a cabo”.

Lo singular para Estrada es que no solo usa esta palabra para referirse a sus adversarios electorales, sino también a los presidentes anteriores, a los medios de comunicación, a las organizaciones de la sociedad civil, a las y los intelectuales, a las redes sociales, a las empresas extranjeras con actividades en México, y prácticamente a cualquier persona que cuestiona su manera de hacer las cosas.

Como complemento de la palabra conservadores, el presidente utiliza neoliberales para mencionar a todas las personas que gobernaron o estuvieron en posiciones de poder entre 1982 y 2018.

“La similitud que busca establecer tiene el objetivo de calificar tanto su elección como su gobierno como una revolución y, por tanto, el siguiente punto de inflexión en la historia de México, la ‘Cuarta Transformación’”, explicó Estrada.

Sin embargo, el experto mencionó que el presidente aprovecha que estas palabras no son claras para adjudicarles una misión de volver a instalar un régimen de corrupción, sin ninguna explicación teórica.

¿Y la oposición?

Por otro lado, algunos grupos opositores utilizan términos como “populista” o “vuelta al pasado” para referirse al gobierno.

Al inicio del sexenio el politólogo Carlos Elizondo publicó que la palabra populismo es poco clara porque se usa con carga ideológica y usó una definición de ​​Carlos Bazdresch y Santiago Levy  que en términos económicos se puede resumir como “el uso dispendioso de los gastos públicos”.

De acuerdo con esta definición de Bazdresch y Levy, también es “el uso intensivo de los controles de precios, la sobrevaluación sistemática del tipo de cambio y las señales inciertas de la política económica, que tienen efectos deprimentes en la inversión privada”.

Por lo tanto, para el politólogo es muy difícil que el actual gobierno se alinee con lo que se conoce como populismo en términos económicos porque “el país es una economía abierta regulada por 12 tratados de libre comercio, incluido el T-MEC”.

Y agrega que “tras décadas de apertura, la economía nacional está fuertemente integrada con la de Estados Unidos y, por su complejidad, no puede ser dirigida desde la presidencia como se intentó en el pasado”. 

Por lo tanto, “cerrarla sería apagar el motor de crecimiento más importante del país, las exportaciones, que son el origen del mayor crecimiento promedio de los estados del norte y centro-occidente”.

En cuanto al término “vuelta al pasado”, el cual se refiere a que López Obrador busca que México retroceda a la década de los 70 cuando la política estaba más centralizada y era una economía más cerrada y enfocada en el petróleo.

Elizondo señala que sí hay señales de alerta como “la firme creencia de que es un asunto de soberanía y seguridad nacional fortalecer a Pemex y la CFE”, sin embargo este sexenio es distinto porque es una economía abierta al mundo, el banco central es autónomo y el tipo de cambio es flexible. 

“Él mismo (López Obrador) vivió la crisis de los ochenta y conoce bien el costo político de una ruptura del orden macroeconómico”, explica Elizondo.

La propaganda

De acuerdo con Luis Estrada, director general de Spin, el presidente ha dicho en sus conferencias más de 70,000 afirmaciones que no puede comprobar, que son falsas o que son engañosas, “o sea un promedio de 90 por conferencia”.

“Entonces, cuando el presidente dice que algo está moralmente derrotado, es una visión completamente subjetiva. El Presidente traslada todo lo que puede, cuando puede, a un plano subjetivo, fuera de lo legal, porque es ahí donde él dice que puede tener la última palabra”, nos explicó Estrada.

Esto aunado a que en realidad muy poca gente ve estas conferencias, de acuerdo con Estrada, hace que se trate más de propaganda, para mantenerse en campaña constante en una defensa del pueblo frente a las élites, aunque los dos conceptos sean ambiguos.

De acuerdo con el experto, hablar siempre en términos propagandísticos evita que el presidente comunique lo que debería estar comunicando: entrega de resultados, transparencia y rendición de cuentas.

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