Los organismos autónomos y su papel en el correcto ejercicio de gobierno

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Los órganos constitucionales autónomos son aquéllos creados en la Constitución que no se rigen por los poderes tradicionales del Estado –ejecutivo, legislativo y judicial– tiene la capacidad de actuar con independencia en sus decisiones y estructura orgánica.

Se crearon principalmente para poder agilizar y especializar sus funciones de manera transparente e independiente del poder en cualquiera de sus niveles, ya sea federal o local.

En México son órganos autónomos el Banco de México (Banxico), la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH); el Instituto Nacional Electoral (INE); la Comisión Federal de Competencia Económica (Cofece); el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT); el

Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales  (INAI): el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval); el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) y la Fiscalía General de la República (FGR).

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También se consideran órganos autónomos a las instituciones de educación superior a las que la ley otorga autonomía, como la UNAM.

El politólogo Jorge Márquez nos explicó que en principio los órganos autónomos surgieron por dos fenómenos: el primero para atender las necesidades de la sociedad que se hicieron cada vez más complejas, “por lo tanto el Estado también se tuvo que hacer más complejo, más grande y requiere hacer funciones más especializadas”.

El segundo fenómeno responde a que debe haber autonomía en ciertas áreas donde es conveniente que el gobierno central -a cualquier nivel en lo local o federal- no intervenga, explicó Márquez, quien considera que el mayor éxito de autonomía en este país es el Banco de México. 

“La autonomía del Banco de México viene derivado el desastre que fue ‘la década pérdida’ en los años 80 -así se le conoce a la crisis económica que sufrió América Latina en esa década- a causa de una muy mala política monetaria, porque evidentemente el gobierno muchas veces no tiene criterios técnicos para ejercer las políticas, sino criterios políticos”, detalló el politólogo. 

El experto nos dijo que los órganos autónomos conforman una manera de regulación que complementa la separación de poderes y funcionan de manera independiente de las urgencias políticas.

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Su autonomía puede estar en riesgo

Para funcionar correctamente, los órganos autónomos requieren, en primera instancia, tener presupuesto y, en segunda, que los otros órganos de gobierno -ejecutivo, legislativo y judicial- no tengan voluntad de aplastarlos, reflexionó Márquez.

 “Aunque son autónomos siempre tienen cierta dependencia con los otros poderes constitucionales. Es decir, si el Ejecutivo pierde la voluntad de qué el órgano autónomo del INE, por poner un ejemplo, se mantenga autónomo, el INE se puede defender un tiempo, pero en un mediano plazo terminarán arrollándolo”, resaltó el experto.

Y explicó que esto se debe a que los órganos autónomos no tienen la suficiente fuerza para hacer frente al Estado, porque en realidad son órganos auxiliares del estado, entonces aunque son autónomos dependen de los otros poderes para su conformación -como la elección de los consejeros del INE- y de la asignación del presupuesto, que se propone desde el Ejecutivo y se aprueba en la Cámara de Diputados. 

Para Jorge Márquez, lo que se ha visto desde el inicio del sexenio del presidente Andrés Manuel López Obrador es un ejecutivo dominante, en comparación a lo que se veía desde la década de los 90, donde se mantenía “cierto nivel en el debate de las postulaciones, cierta sensatez técnica en la asignación de presupuesto y eso llevaba hay que hubiera bastante respeto entre los poderes”.

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“La propia competencia democrática y la fragmentación del poder aseguraba esto. Lo que pasa en estos primeros tres años del sexenio es que tiene unas condiciones inigualables, muy distintas a las de los 20 años anteriores, en el sentido de que el Presidente puede hacer lo que quiera”, advirtió Márquez.

El especialista recalcó que esto no solo puede pasar con los órganos autónomos, sino también en los poderes tradicionales como el poder judicial, donde como una manera de debilitamiento se logró colocar a ministros y ministras afines a López Obrador y a su movimiento político. 

“Si eso pudo hacer en el poder judicial, qué es enorme, fuerte en términos constitucionales, no se diga en organismos como el INE”, acusó.

La segunda manera de debilitamiento de la autonomía de los órganos, de acuerdo con Márquez, es la reducción del presupuesto asignado, que se ha visto bruscamente afectado respondiendo al discurso de austeridad nacional.

Y hay una tercera forma de debilitar a los órganos autónomos, que es el ataque político,  desprestigiarlos, nos dijo Márquez, y puso como ejemplo el caso de la CNDH

“En la CNDH, el presidente pone una incondicional suya, se acaba convirtiendo en un cascarón. Creo que la CNDH podría desaparecer y no pasaría nada porque se convirtió en un tentáculo del gobierno”, consideró.

“Yo creo que es triste, aunque eran perfectibles -los órganos autónomos- por supuesto que tenían defectos, que seguro habían excesos, que podrían mejorar, pero es totalmente claro  que lo último que se tenía que hacer era debilitarlos y todavía sería peor desaparecerlos”, concluyó Jorge Márquez.

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