La pandemia desató una crisis de salud mental en el mundo. ¿México está preparado?

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Seguramente conoces a alguien que en estos momentos atraviesa por problemas psicológicos como ansiedad, estrés o depresión después de más de un año y medio de pandemia y la crisis económica y social que han generado las medidas para evitar el contagio. 

Pues esa persona no está sola, “en todo el mundo, la pandemia de COVID-19 está haciendo estragos en la salud mental de las personas”, dijo el 10 de octubre Antonio Guterres, secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Y agregó que “esto es consecuencia directa de una falta de inversión crónica, ya que, en promedio, los gobiernos destinan poco más del 2 % de sus presupuestos sanitarios a la salud mental. Es una situación inaceptable. Por fin se empieza a reconocer que no puede haber salud sin salud mental”.

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La directora de la Organización Panamericana de la Salud (OMS), Carissa F. Etienne, ya se había manifestado específicamente sobre la gravedad de esta situación en los países de Latinoamérica que “tienen aproximadamente el 13% de la población mundial, pero el 64% de las muertes mundiales reportadas oficialmente”.

“Los servicios de salud mental y violencia doméstica son esenciales y debemos enfocarnos en abordar las brechas que la pandemia ha dejado al descubierto. Hoy, pido a los países que tomen las medidas necesarias para garantizar que todos reciban la atención que necesitan y merecen”, dijo Etienne.

Antes de la pandemia en México solo uno de cada cinco pacientes con trastornos mentales recibía el tratamiento adecuado, de acuerdo con cifras de la Asociación Psiquiátrica Mexicana (APM).

El 85% de las personas que tenían algún padecimiento mental no recibían atención, según los últimos datos de la Red Voz Pro Salud Mental de 2017. Y solo contamos con 3.4 psiquiatras por cada 100,000 habitantes de acuerdo con el estudio Los médicos especialistas en México de la UNAM en 2018.

Y como vimos en esta nota, aunque para 2022 el país destinará 3,322 millones a la salud mental –5.73% más que en 2021– el aumento no es producto de una política pública que privilegie la atención a trastornos mentales

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La crisis de salud mental en México

Para comprender la magnitud de la crisis de salud mental durante esta pandemia en México y qué podría esperarnos, platicamos con la doctora Jaqueline Cortés, psiquiatra adscrita al Departamento de Psiquiatría y Salud Mental de la Facultad de Medicina de la UNAM.

Durante este año y medio, la doctora Cortés ha dado talleres y consultas en línea, coordinando campañas de atención psicológica y capacitando a personal médico de primer contacto.

Debido a las medidas de confinamiento para evitar el contagio de COVID-19, “empezaron a aumentar los problemas en las dinámicas familiares, las tensiones, las emociones, la invasión a la intimidad y a los espacios que cada quien como persona podemos tener”, nos explicó la especialista.

Con el paso de los meses a estas tensiones en casa hubo que agregarles el duelo, en el caso de las personas que sufrieron la pérdida de un ser querido, o la depresión y el estrés para las personas que perdieron su trabajo o tuvieron que mudarse por la crisis económica.

“Cuando no solamente es uno, sino dos o tres pérdidas en el mismo sistema familiar, aunado a la pérdida de trabajo o de sostén económico por parte de la familia, esto genera una reestructura necesaria en los sistemas familiares”, comentó la experta.

Y agregó que “además del dolor, de la pérdida y el miedo de contagiarse o no de la COVID, también está la angustia que genera la incertidumbre per se. No sabemos lo que viene. Teníamos contemplado que iba a ser poco tiempo el confinamiento y pues ha sido ya más de año y medio”.

Este cóctel de emociones generó que se desencadenaran o se exacerbaran los trastornos mentales en las personas que ya traían una predisposición genética a tener padecimientos o problemas de salud mental.

“Ya había personas con situaciones previas de depresión o ansiedad” y otros padecimientos que con el confinamiento se tradujeron en “irritabilidad, intolerancia, desesperación o un enojo desproporcionado”.

La importancia de la salud mental

Este contexto provocó el aumento de la violencia verbal, psicológica, emocional y física en muchos hogares, así como un incremento en las adicciones.

“Vimos un aumento en la violencia intrafamiliar o violencia de pareja en los hogares, y un incremento en el consumo de sustancias como el alcohol en personas que trataban de mitigar su ansiedad”, dijo Cortés.

Para la experta, todo esto se convirtió en un círculo vicioso para muchas personas que perdieron a un ser querido, el empleo o el año escolar, porque los trastornos psicológicos y las adicciones los hicieron disfuncionales, lo cual hizo más difícil su situación al grado de convertirse en violencia o en conductas suicidas.

Aunque aún no hay cifras oficiales de cómo aumentó la demanda de especialistas de salud mental, para la doctora Cortés sí fue muy claro que “aumentó la solicitud de atención para consulta, así como para pláticas, orientaciones, asesorías o la utilización de los talleres”.

Además de que el país no cuenta con suficientes especialistas en salud mental para atender a toda la población, Cortés señala que otra situación preocupante es el estigma que tiene buscar ayuda.

“Siempre hemos tenido que luchar contra el estigma hacia las enfermedades mentales. Las personas se resisten muchas veces a pedir ayuda o a aceptar un tratamiento por miedo a ser juzgados, etiquetados o no comprendidos”, dijo.

Y también señaló la importancia de que el personal médico se atendiera en términos de salud mental, ya que “difícilmente nos volteamos a ver a nosotros mismos para el apoyo emocional y el tener que lidiar con esta pandemia, en donde las jornadas de trabajo se hicieron más extenuantes y más extensas”.

“Con todo este impacto emocional del miedo al contagio, de tener pérdidas, de tener que cambiar de casa y vivir el duelo de algún familiar, colegas, amigos, profesores, todo esto generó también una necesidad muy importante de atención en el personal de salud, atender el estrés postraumático, trastornos de ansiedad, trastornos depresivos, los duelos complicados y el burnout o cansancio crónico”, explicó la doctora.

¿Qué le espera al país?

De acuerdo con la doctora Cortés, es difícil saber qué le espera al país en términos de salud mental, pero sí se puede saber que la calidad de vida de cada persona dependerá de si se atiende o no durante o después de estos meses complicados.

“Por supuesto que si se atienden, se pueden prevenir consecuencias a corto, mediano y largo plazo. Cuando alguien está con un cuadro depresivo, con un cuadro ansioso, con un cuadro de consumo de sustancias o con un cuadro de violencia, por supuesto que no solamente se ve mermada la calidad de vida, sino que hay una disfuncionalidad”, dijo.

Por eso la experta considera muy importante buscar ayuda en cuanto un aspecto de la vida laboral, familiar, social o de pareja se haya visto afectado por algún problema mental y darle seguimiento, para que no se traduzca en disfuncionalidad, violencia, adicciones o suicidio. 

Todo lo cual hace que el Estado garantice la atención y el personal capacitado para toda la población que lo necesite.

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