TERF: feminismo radical que alimenta la violencia machista contra mujeres trans

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El término TERF fue usado por primera vez en 2008 en Estados Unidos refriéndose a una postura feminista radical en la que se impedía la inclusión de cualquier presencia masculina en el movimiento, incluyendo a las mujeres trans como los describe sus iniciales Trans-Exclusionary Radical Feminist (feminismo radical trans excluyente).

Con los años, las controversias alrededor de esta postura no han disminuído y para muchas mujeres pertenecientes a esta corriente extrema del feminismo, el término por sí mismo más que descriptivo es insultante, pues se le relaciona incluso con grupos de odio, lo que no es necesariamente cierto.

La premisa detrás de la postura crítica de género de las feministas radicales -que es la corriente original del feminismo sobre la que se acuñó el término TERF- es generar espacios exclusivamente para y por mujeres dentro de la vida pública, donde las personas de sexo biológico masculino no tengan injerencia.

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En un artículo llamado Counter Punch y la guerra contra las personas transgénero publicado en la revista Jacobin, el 10 de julio en 2013, la periodista Samantha Allen, mujer trans y autora de los libros “Real Queer in America: LGBT Stories from Red States” y “Love & Estrogen” escribió:

“En pocas palabras, las TERF odian a las mujeres transgénero por dos razones. Primero, las TERF quieren eliminar los roles de género y creen que las mujeres transgénero los apuntalan. En segundo lugar, las TERF definen a las mujeres transgénero como hombres según las circunstancias anatómicas de su nacimiento y creen que las mujeres “reales” deben estar protegidas de estos hombres para estar seguras”.

En respuesta, la feminista crítica de género Elizabeth Hungerford y colaboradora del portal Counter Punch acusó a Allen de buscar que más personas reconozcan a las feministas radicales como un grupo transfóbico.

“Y luego adopta deliberadamente el término Feminista Radical Trans-Exclusiva (TERF) para referirse a ellas a lo largo del artículo. No se equivoquen, esto es un insulto. TERF no pretende ser explicativo, sino insultante. Estas caracterizaciones son hiperbólicas, engañosas y, en última instancia, difamatorias. No hacen más que aumentar la hostilidad y no logran avanzar en la conversación de ninguna manera”, expresó en su publicación en agosto de 2013.

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Las mujeres trans merecen una red de apoyo 

Ambos discursos (trans incluyente y trans excluyente) se han abierto espacios en la postura feminista mexicana principalmente por la violencia sistémica, los crímenes de odio y la discriminación de la que también es víctima la comunidad trans.

Para Faurí Aguirre García, maestra en Género, Medios de Comunicación y Cultura y colaboradora de Lentes Púrpura- una ONG y consultoría con perspectiva de género enfocada en el acompañamiento de estrategias institucionales, educación y distribución de contenido-,

excluir a las personas que se identifican como mujeres alimenta las divisiones sociales en lugar de eliminarlas.

“Es importante que ellas -las mujeres trans- sientan que tienen una red de apoyo, que tienen una comunidad y un entorno que las reconoce como ellas quieren ser reconocidas. Una vez que esto se haya logrado, entonces podemos seguir avanzando la deconstrucción social”, nos dijo la experta.

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Vanessa López, vocera de la colectiva Coatlicue Siempre Viva, explicó que en los análisis feministas que durante años se han realizado se ha tratado de manera muy básica la violencia como una cuestión específica de sexo masculino, sin considerar otros factores determinates como la raza y el contexto social.

López explicó que estás violencias dentro de los feminismos se han presentado de manera más álgida en los últimos años y son apuntaladas por grupos de derecha, conservadores, cuya efervescencia busca generar “pánico moral” sobre lo violentas que supuestamente pueden ser las personas trans.

Y esto se debe a una lectura esencialista que relaciona la violencia con el sexo biológico, como si surgiera de una parte del cuerpo y los hombres o las personas con sexo biológico masculino fueran más proclives a ejercerla aunque se identifiquen con otro género como, en este caso, el femenino, dijo la activista.

“Hay un feminismo que ha estado estigmatizando a varias poblaciones. Es un feminismo un poco rancio que ha estado con dificultades de repensar y de ser autocrítico sobre qué es lo que se considera que es ser mujer (…) porque la noción que usualmente se disputa es el estereotipo de mujer blanca, cisgénero, educada, socioeconómicamente estable, que se presenta así en el espacio privado y público”, acotó Vanessa López.

Finalmente la experta consideró que esas reflexiones divisorias han fomentado la discriminación hacia las personas trans, pues “impiden un reconocimiento de las condiciones específicas que pueden estar pasando ellas también y que son ejercicios de violencia machista”.

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