La destrucción de Ucrania continúa y, desgraciadamente, no se prevé un alto a las hostilidades en el corto plazo. Las atrocidades de la guerra aparecen todos los días en los medios y continúan generando indignación y condena.
Tras una serie inicial de negociaciones entre enviados rusos y ucranianos, que incluyó aquella auspiciada por el gobierno turco, no parece haber un espacio común para la concreción de acuerdos.
En términos más básicos, mientras el gobierno ruso exige una serie de compromisos que incluye la neutralidad de Ucrania y el reconocimiento de la soberanía rusa sobre Crimea, el gobierno ucraniano afirma que la condición inicial para cualquier acuerdo es que el ejército ruso abandone su territorio (por la simple razón que no hacerlo así sería una forma de abdicación de facto).
Mientras tanto la población civil en Ucrania continúa pagando los más altos costos en términos económicos, sociales y humanitarios. Aquellos en zonas bajo ataque, viven bajo un muy reducido acceso a recursos y servicios básicos como agua, alimentos y electricidad, mientras que aquellos en las zonas poco más apartadas del centro de acción militar (hacia el oeste del país) están sufriendo también la falta de servicios, recursos y acceso a dinero en los bancos.
La acusación, por parte del gobierno ucraniano, de que las fuerzas militares rusas han cometido crímenes de guerra obtuvo un nuevo nivel tras la muestra del asesinato de civiles en el poblado de Bucha (cerca de Kiev).
En las imágenes en las que se ven cuerpos de civiles regados por las calles ha generado una importante reacción por parte de los gobiernos occidentales; Estados Unidos y otros países europeos han impuesto nuevas sanciones y la OTAN está en este momento en reunión tratando de generar un nuevo marco de acción para la alianza.
Ciertamente asesinar civiles en un conflicto armado es un crimen de guerra, pero también debe de ser considerado un crimen tanto la leva como el armar a civiles para la defensa frente a un ejército entrenado. El nivel de criminalidad se decidirá, como hemos visto, por la capacidad de un lado o el otro de imponer la narrativa ante los medios sociales y de comunicación.
Vale la pena terminar apuntando que el gobierno de Turquía ahora acusa a Ucrania de minar sus costas del Mar Negro dejando dichas minas flotar libremente, lo que ha llevado a que un importante número de estas minas se muevan a la deriva hacia el sur, cerca o dentro de aguas territoriales turcas. Incluir a Turquía en el conflicto sería terriblemente desacertado para Ucrania.
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