Talleres en las cárceles carecen de continuidad y evaluación para impactar de manera positiva en las y los internos

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Las personas que salen de prisión se enfrentan a muchas dificultades para reintegrarse a la sociedad. Esto se agudiza si durante el tiempo que estuvieron ahí no tuvieron la oportunidad de desarrollar habilidades emocionales, psicológicas y físicas que les permitan tener un trabajo y una vida alejada de la delincuencia una vez fuera.

El Manual introductorio sobre prevención de la reincidencia y reintegración social de los delincuentes de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en su revisión de 2019 señala la importancia del compromiso que hicieron los gobiernos miembros -entre ellos México- de aplicar políticas penitenciarias centradas en la educación, el trabajo, la atención médica, la rehabilitación y la reinserción social.

Además, deben atender “la prevención de la reincidencia, considerar la posibilidad de formular y fortalecer políticas de apoyo a las familias de las y los reclusos, así como promover y alentar el uso de medidas sustitutivas del encarcelamiento -cuando proceda- y someter a examen o reformar los procesos de justicia restaurativa y de otro tipo a fin de que la reinserción sea satisfactoria”, dice el documento de la ONU.

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La participación de las organizaciones de la sociedad civil que atienden a las personas privadas de la libertad (PPL) ha sido importante para diversificar el tipo de actividades que tienen dentro de los centros de readaptación social, principalmente los talleres de trabajo que generan satisfacción económica a título individual, nos dijo Saskia Niño de Rivera, cofundadora de Fundación Reinserta, una asociación civil sin fines de lucro que trabaja con niños y niñas que viven en las cárceles con sus madres y con adolescentes en conflicto con la ley.

“El problema más grande que yo veo de los talleres de reinserción dentro de las cárceles es que no son continuos y no tienen un alto impacto en las personas privadas de la libertad y no hay una medición que realmente vea si los talleres impactan o no, no se hace mucho más para cumplir con lo que dice la ley”, nos dijo Niño de Rivera.

Agregó que, en lo general, como los talleres y actividades que se llevan a cabo dentro de las cárceles carecen de estadísticas sobre su funcionamiento, el impacto que tienen es circunstancial y dependen del enganche personal que hayan podido generar con una PPL.

La también psicóloga y abogada nos dijo que se requiere de trabajos más coordinados con medición de impacto y que no sean solamente basados en experiencias.

Además de que se necesita que haya más programas de la sociedad civil del entendimiento de las necesidades puntuales de quienes están privados de la libertad, que no sean solo ocupacionales o momentáneos, sino que realmente se le dieran seguimiento.

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En este sentido, aclaró la entrevistada, todo lo que hace Reinserta en los centros penitenciarios lleva una medición de impacto y evidencia de lo que está funcionando, pero acusó que a nivel gobierno no queda claro si se están haciendo evaluaciones puntuales de estas actividades.

Esta fundación aplica un modelo diseñado en colaboración con la Universidad de Northwestern (en Illinois, Estados Unidos) para la Reinserción Social para Adolescentes y Jóvenes de Reinserta, que tiene como objetivo dotar de herramientas a adolescentes y jóvenes para alejarlos de la vida delictiva”.

Este es un modelo que está científicamente comprobado, con 5 fases en materia de reinserción social que contempla las áreas de justicia restaurativa, educativa, deportiva, arte y cultural, psicológica y ocupacional, que se aplica por medio de talleres desde que las y los adolescentes están dentro de los centros de internamiento, pero también cuando salen de estos, nos explicó Niño de Rivera.

“Lo que medimos nosotros es la no reincidencia delictiva durante un año y medio después de que salen y factores de riesgo en los talleres que damos: consumo de drogas, niveles de violencia, impulsos agresivos y otros que los llevan a delinquir”, detalló la entrevistada.

Lo talleres ayudan a modificar la dinámica cotidiana dentro de las cárceles

Otro programa que involucra tanto a estudiantes universitarios, como académicos es el que lidera la profesora investigadora de la Facultad de Filosofía y Letras de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), Miriela Sánchez Rivera en el Centro de Reinserción Social (Cereso) de San Miguel y en el Cereso de Cholula -ambos en Puebla- desde 2019, aunque fue interrumpido a causa de la pandemia por la COVID-19 y retomado este 2022.

Este proyecto ofrece talleres diseñados desde un diagnóstico inicial en cada uno de los penales poblanos y tiene como objetivo recordarles a las PPL que durante el tiempo que pasen en los centros carcelarios, siguen siendo seres humanos, nos explicó la especialista.

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El programa que inició en colaboración del Colegio de Procesos Educativos y como una práctica de clase para las y los estudiantes dentro del Proyecto Educativo Socio-comunitario desde la propuesta de la Educación Popular y la perspectiva de Acción Participativa ha generado interés no solamente dentro de la población de estos dos penales, sino de académicos y estudiantes que se ofrecieron como voluntarios, dijo Sánchez.

“La metodología que aplicamos implica partir de un diagnóstico pero no para ver qué está mal, esa no es la perspectiva, sino para ver cuáles son las condiciones, qué es lo que se tiene y, lo más importante, cuáles son las potencialidades, los saberes, las experiencias, los conocimientos que tiene la población y sobre ello trabajar”, comentó Miriela Sánchez.

A partir del diagnóstico que se realizó durante cinco meses se identificaron diferentes dimensiones en lo educativo, salud, psicoemocionales, entre otros y esta información ayudó a diseñar actividades que pudieran atender necesidades e intereses específicos de las poblaciones de las cárceles, mencionó la especialista.

“Se han dado talleres muy diversos. Por ejemplo, dentro de las demandas de las mujeres privadas de la libertad estaban actividades lúdicas, una de ellas era el ajedrez (…) que fue una bomba, tuvo mucha demanda, incluso se dio en varios niveles porque había internas que ya sabían jugar”, nos dijo la entrevistada.

Expresión artística, de escritura, incluso rap, son otros de los talleres que las mismas PPL han solicitado y que ayudan a que las y los internos identifiquen las potencialidades que tienen, pero también tienen la finalidad de modificar la dinámica cotidiana que las personas tienen dentro de los espacios carcelarios, nos dijo Sánchez Rivera.

Miriela Sánchez nos contó que se implementó un cine club en el que trabaja temáticas seleccionadas derivadas del diagnóstico realizado con la población femenil del Penal de San Miguel y varonil en el Cereso de Cholula.

“En el caso de San Miguel, abordamos temáticas sobre violencia, maternidad, acosos sexual, violación, abandono. Y en el caso de los hombres, vamos por el tercer ciclo de cine que ha tenido temáticas centradas en la masculinidad desde diferentes enfoques, incluso transversalizado desde aspectos de racismo, homofobia, cuestiones étnicas, entre otras”, detalló la entrevistada.

Aunque estos talleres no están enfocados en la reinserción social, Miriela Sánchez nos dijo que sí están percibiendo mayor interés por parte de las poblaciones en ambos penales por inscribirse y solicitar actividades, lo que es una buena señal para estas personas que de manera sistemática e histórica tienden a ser invisibilizadas.

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