¿Golpe militar en Brasil? A Lula da Silva le urge integrar un gobierno de consenso

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Tras el asalto de este domingo 8 de enero de 2023 a los edificios del Congreso, el Poder Ejecutivo y la Corte Suprema de Brasil por parte de manifestantes de ultraderecha, el país sudamericano está en riesgo de un golpe militar si el presidente Luiz Inácio Lula da Silva no es capaz de aplacar la polarización social mediante la instalación de un gobierno “diverso e incluyente”.

“Definitivamente, la amenaza de un golpe militar está latente en Brasil porque el Ejército dio el mínimo indicio de que hay grupos que no aceptan el liderazgo del presidente Lula, y que incluso están dispuestos a apoyar a otros movimientos que están fuera del orden constitucional y de la legalidad”, nos explicó la doctora en Relaciones Internacionales Arlene Ramírez.

Lula da Silva tiene que generar contrapesos reales, cambiar liderazgos estratégicos sin lugar a dudas, pero tiene que empezar a ser mucho más incluyente, debe abrazar la diversidad ideológica que hoy está muy convulsionada en Brasil”, abundó la también académica del Tecnológico de Monterrey.

El jefe de la carrera de Relaciones Internacionales de la Facultad de Estudios Superiores Aragón de la UNAM, Daniel Muñoz, nos aclaró que es difícil que el Ejército vaya a radicalizarse, a pesar de que “hay una serie de militares, de secciones, que están controlados por la derecha y que son los que quisieran de alguna manera guardarle lealtad al ex presidente Jair Bolsonaro, pero creo que como institución, el Ejército es leal a Lula”.

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Por lo anterior, Muñoz descartó la posibilidad de un golpe militar, al considerar que Brasil es la primera economía de América Latina, con casi 215,000,000 de habitantes, y por tanto el gobierno debe dar estabilidad a sus inversionistas: “en el momento en el que se genera un golpe de Estado, automáticamente se ahuyentan las inversiones, el comercio, el turismo. Éstas son medidas que los grupos derechistas deberían de tomar muy en cuenta”.

Una copia del asalto al Capitolio

El domingo 8 de enero de 2023, poco antes de las tres de la tarde ―tiempo local― miles de simpatizantes del ex presidente Jair Bolsonaro ―quienes ya llevaban dos meses acampando frente a la sede de las Fuerzas Armadas en Brasilia para exigir un golpe de Estado contra Lula da Silva― tomaron sin problema la sede del Congreso, el Palacio Planalto ―sede del Poder Ejecutivo― y el edificio de la Corte Suprema.

De acuerdo con los reportes, Lula no estaba en ese momento en Brasilia, mientras que el Parlamento está en receso de verano (reinicia sus actividades en febrero próximo). La noche del domingo pasado, las autoridades contabilizaron al menos 46 heridos por el asalto a las instalaciones del gobierno. También hubo daños materiales en las sedes institucionales.

El presidente Lula da Silva calificó de “fascistas” a los atacantes y acusó a Bolsonaro de llamar a la violencia contra la democracia brasileña. La Policía Federal detuvo a más de 1,500 personas tras los ataques en las sedes del poder en la capital, Brasilia. De los detenidos, 527 personas fueron arrestadas por su presunta participación en la invasión del domingo pasado a los edificios federales.

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La toma de las instancias de gobierno recordó el asalto al Capitolio de Estados Unidos, en enero de 2021, por parte de simpatizantes del republicano Donald Trump, quien perdió la elección presidencial frente al demócrata Joe Biden.

“Totalmente (que hay una similitud entre la toma del Capitolio y los hechos en Brasilia), por la cercanía y la simpatía que ha expresado Bolsonaro respecto a Trump y a su movimiento. Ideológicamente, a lo mejor Trump ya está acabado, pero el ‘trumpismo’ no. La herencia tóxica que dejan estos pensamientos es muy importante. Vemos que (Bolsonaro) no solo logró emular, sino que la mecánica y la operación tiene todo el tinte de la maquinación que hizo Trump (en el Capitolio)”, nos señaló la internacionalista Arlene Ramírez.

Al respecto coincidió el académico Daniel Muñoz, quien nos precisó que ambos ex presidentes (Jair Bolsonaro y Donald Trump) “son extremistas, han generado durante sus gestiones un discurso de división, de mucha disparidad, donde unos son los buenos y otros son los malos. Eso ha animado justamente a que estos grupos de derecha se hayan radicalizado hasta este extremo de tomar las instituciones de Brasilia”.

El también maestro en Estudios Políticos Europeos señaló que detrás de Bolsonaro hay empresarios, ideólogos, políticos y “mucha población civil que también está muy desconfiada de Lula por la corrupción que hubo durante su gestión; entonces lo que hace Bolsonaro es animar a esta parte de la sociedad a que se manifieste y haga esta clase de acciones”.

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¿Qué debe hacer Lula?

Arlene Ramírez nos indicó que para lograr la estabilidad en Brasil, Lula da Silva debe sacar de su círculo más cercano a personas asociadas a los regímenes de antaño, e incluir a nuevos liderazgos: “debe estabilizar sobre todo a los grupos de jóvenes que son los que están más convulsos en este momento, los que están más resistentes a que haya nuevamente un régimen con el historial de Lula y con las políticas públicas que ya se vio que no son las adecuadas para el crecimiento de Brasil en el mediano y largo plazo”.

“Evidentemente, Lula da Silva tiene un reto mayúsculo: si no logra estabilizar al país con una agenda diversa, no en el sentido de género, sino generacionalmente, difícilmente va a poder equilibrar la polarización tan profunda que hay en Brasil”, abundó la experta internacionalista.

Por su parte, el comentarista en temas europeos Daniel Muñoz nos dijo que Lula tiene que hacer que las instituciones sigan trabajando con el poder civil, legítimamente democrático, a pesar del riesgo de que “hay grupos de derecha y extrema derecha que lo que les conviene es socavar la estabilidad y la transición pacífica”.

Lula tiene que proyectarse mucho a nivel internacional como ese líder que conocimos en la década pasada. Tiene que buscar sobre todo que Brasil tenga muchas inversiones extranjeras y que nuevamente se vuelva a generar una política social que permita que estos brasileños que han caído de clase media a clase baja, o de clase baja a la pobreza, vuelvan a recuperar parte de sus ingresos perdidos en estos últimos años de pandemia (de COVID-19)”, abundó el especialista.

Da Silva debe tener un programa social que le ayude a repuntar su popularidad, pero por el otro lado debe ser muy respetuoso de las instituciones y cuidar mucho el pie flaco de la corrupción (de sus gobiernos anteriores)”, concluyó Muñoz.

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