Presidencialismos poderosos amenazan a las democracias

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Los presidencialismos poderosos o democracias cuyo poder se encuentra concentrado en la figura del presidente en turno buscan, de acuerdo con los especialistas que consultamos, regular la opinión pública, limitar el derecho a la expresión de los medios de comunicación y, así, “controlar la realidad” de los países que gobiernan.

Pero, ¿existe alguna forma de contrarrestar este fenómeno? Para Arlene Ramírez-Uresti, doctora en Relaciones Internacionales por el Tecnológico de Monterrey, el neopopulismo de este siglo llega en un momento en el que las y los ciudadanos, así como sus distintas  expresiones políticas, pueden conformar un contrapeso que ayude a las democracias a salir adelante.

“Una de las cosas que vemos alrededor del mundo es la aparición o la proliferación de este tipo de regímenes y que pareciera que ya estaban descartados, ya que en el Siglo XXI hubiera sido impensable que hubiera estos movimientos. No solamente por la trascendencia de las democracias, sino por la participación ciudadana”, nos dice Ramírez-Uresti.

La experta explica que en los últimos años se ha dado un fenómeno de participación ciudadana que ya no permite ciertos comportamientos y que las redes sociales han sido parte fundamental de este suceso. 

“Estos medios han cambiado radicalmente la forma en la que los ciudadanos monitorean, exhiben y reclaman y esa voz ciudadana que de repente no existía o no tenía tanta participación, resulta que hoy es un mecanismo que ayuda al control de muchas instituciones y gobiernos”, agregó.

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¿Qué caracteriza a los gobiernos con presidencialismos poderosos?

Como lo documentamos en esta nota, sus principales acciones se concentran en culpar al pasado de todo, en polarizar a la sociedad que gobiernan y en hacer promesas que no se pueden cumplir.

“Son personajes que tienen una postura antisistémica y que prometen lo que no se puede cumplir, como cuestiones que realmente a veces caen en la exageración. También crean una red corporativista y, en muchos casos, hacen que la sociedad se separe a través de la polarización”, nos explicó Alberto Laborde, investigador de asuntos internacionales de la Universidad Anáhuac.

De acuerdo con The Guardian, los ejemplos más recientes del nuevo ascenso del populismo son Donald Trump en Estados Unidos, Jair Bolsonaro en Brasil  y Andrés Manuel López Obrador en México.

“Una característica del populismo es que parte de la democracia, pero cuando los candidatos llegan al poder pretenden destruir la democracia y a sus instituciones, con el fin de perpetuarse en el poder”, nos dijo Efrén Badillo, catedrático e investigador de la Facultad de Estudios Superiores (FES) de la UNAM, Campus Aragón.

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Estos son algunos ejemplos de cómo los presidencialismos poderosos erosionan a las democracias establecidas a través del control, la censura o el uso de las fuerzas militares contra la ciudadanía:

Vladimir Putin, presidente de Rusia

En 2015, un grupo de periodistas documentó que internet era uno de los últimos espacios en los que la prensa tenía la posibilidad de documentar lo que verdaderamente pasaba en Rusia.  

En este texto, las periodistas Daria Gavrílova y Florencia Espel cuentan cómo desde el 2011 el gobierno ruso enfrentó a la oposición a través de las redes sociales, la prensa logró documentar un fraude electoral y esto provocó manifestaciones en las calles. Al final, Vladimir Putin sería de nuevo el candidato más fuerte en las elecciones y eventual presidente de Rusia.

Las redes sociales serían el nuevo terreno donde Vladimir Putin controlaría a las voces disidentes en Rusia, el primer paso fue la solicitud de los datos de participantes en las protestas, a la red de mensajería Telegram, propiedad de Pavel Durov.

Esto llevó a que el gobierno creara la ley conocida como Sovereing RUnet, en la que se quitaba la neutralidad de la red y permitía a los proveedores de servicios de internet monitorear y controlar el tráfico en la web, con el fin de censurar contenidos que fueran contrarios a los deseos del gobierno ruso.

Nicolás Maduro, presidente de Venezuela

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) dio a conocer el 16 de septiembre que el gobierno de Nicolás Maduro usó a las fuerzas de seguridad desde el 2014 para “reprimir a la oposición política y aterrorizar a la población”.

 “Tenemos bases razonables para creer que el presidente Maduro dio órdenes al director del Servicio Bolivariano de Inteligencia de a quién señalar. Después de que estas personas fueron vigiladas, se reunió información, se interceptaron sus comunicaciones y finalmente fueron detenidos sin orden judicial”, dice el informe, de acuerdo con la BBC.

Xi Jinping, presidente de la República Popular China

El gobierno chino fue uno de los primeros en ser señalado por manipular las cifras de contagio de la COVID-19 en su país. 

En marzo del 2020, periodistas contaron a The New York Times que el gobierno chino se encontraba en campaña para censurar informes de noticias. Además, tomaría medidas contra los periodistas y la ciudadanía si difundían datos que revelaran la cantidad de muertes reales por la pandemia y la falta de capacidad del Estado para atenderla.

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Jair Bolsonaro,  presidente de Brasil

Una de las promesas de campaña de Jair Bolsonaro fue “la mano dura en contra de la violencia” que vivía Brasil en 2016, pues en ese momento se registraban 30 homicidios por cada 100 mil habitantes.

Bolsonaro ganó las elecciones con 55% de los votos en 2018. En 2020, la cifra de personas asesinadas por la policía en Brasil durante el primer semestre del año fue de al menos 3,148, cifra que de acuerdo con la agencia Prensa Latina, es 7% mayor a la que se registró en el mismo periodo durante el 2019. Una cifra mayor a lo registrado en 2016. 

Donald Trump, presidente de Estados Unidos

“Ellos son las noticias falsas, falsas y asquerosas”, dijo el presidente de Estados Unidos durante un mitin en Pensilvania, según el diario El País, mientras señalaba a los periodistas que cubrían el evento. 

Esta no es la primera vez que Trump desacredita la labor periodística en su país, debido a las noticias que son poco convenientes para su administración.

“Los casos de Vladimir Putin, el mismo caso de Venezuela con Nicolás Maduro, en los que se ve que la sociedad civil está limitada por un exceso en la centralización del poder. Pero además por otro fenómeno, que son los neopopulismos, la perpetración en el poder y los mecanismo en contra de la opinión pública”, agregó Arlene Ramírez-Uresti.

Para la experta, la concentración de poder en la figura presidencial ha generado discursos populistas que generan más población en situación de vulnerabilidad y pobreza.

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¿Se puede hacer algo al respecto?

Ramírez-Uresti explica que no todo está perdido, debido a los movimientos sociales que incluso en estos gobiernos se han dado, como el de Black Lives Matter en Estados Unidos o el de Bielorrusia en el que las protestas en las calles llevan más de dos meses y por las que Michell Bachelet,  alta comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, llamó al gobierno a dialogar con la ciudadanía.  

“En el caso de México, lo estamos viendo, hay muchos actores lastimados, pero no solamente es la parte económica, sino también del impacto social, la polarización y el debilitamiento de las instituciones. Entonces, cuando las instituciones ya no pueden recomponerse a sí mismas, lo que tienen que hacer es buscar a la ciudadanía”, afirmó Ramírez-Uresti.

Entre los movimientos ciudadanos que más fuerza han tenido están el de las feministas en contra de la violencia de género y los feminicidios, que según la entrevistada, es uno de los más fuertes en los últimos años.

¿Este movimiento encontrará eco en otros sectores de la sociedad inconforme? ¿Se unirán más movimientos para salvar la democracia en México?

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