Trenzas y resistencia: entre el legado afrodescendiente y la apropiación cultural

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Por: Isabella Camacho y Mariana Lora, estudiantes del Semillero Unimedios USC, Colombia

En la era de las redes sociales y la moda globalizada, los peinados afrodescendientes han emergido como un fenómeno de belleza. Desde celebridades internacionales hasta influencers de moda han puesto las trenzas afro en auge. Pero más allá del glamour y el brillo de los flashes de las cámaras, yace una historia profundamente arraigada en la resistencia cultural y la identidad de una comunidad. Es una historia que merece más que un simple “me gusta” en las redes sociales; merece respeto y entendimiento. 

Estos estilos capilares van más allá del puro ornamento y se sumergen en una rica historia de resistencia cultural y lucha social, que resuena con fuerza en eventos como el Festival Petronio Álvarez, que se realiza cada año en la ciudad de Cali, Colombia 

Sin embargo, muchos desconocen todo lo que hay detrás de esta moda y no son conscientes de la importancia de estos peinados, tan antiguos como las comunidades afrodescendientes en América Latina. 

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La modelo afro de 25 años Karina Valois cuenta que “hay una gran historia que relata cómo los esclavos, durante la época colonial, se comunicaban o guardaban información. Las trenzas marcaban caminos, montañas, ríos y paisajes que lo llevaban hacia la libertad, igual que representaban sentimientos y pensamientos personales y de cada cultura; los turbantes se usaban para cubrir la cabeza de objetos pesados como baldes o vasijas donde se transportaban frutas, verduras o algún otro tipo de cultivo; representaban la madurez y poder de la mujer, su capacidad de liderazgo en la sociedad”. 


Entrelazados con historia y cultura, las trenzas africanas son más que un estilo, son un legado. FOTO: Isabella Camacho y Mariana Lora.

La llegada forzada de esclavos africanos a América en los siglos XVI y XVII implicó una compleja fusión cultural, donde el arte de trenzar el cabello se convirtió en un acto, tanto de resistencia como de memoria histórica. ”Las trenzas eran utilizadas en los procesos de cimarronaje que consistían en que un grupo de afrodescendientes se escapaban de las fincas y utilizaban las trenzas en la cabeza como mapas de ubicación”, explicó el docente investigador Pedro González Sevillano. 

Un fenómeno que abarca a México

Los esclavos africanos en las plantaciones y haciendas en las colonias americanas es un fenómeno que atraviesa a todo el continente americano. De acuerdo con una investigación de la UNESCO titulada ‘México también es afro’ unos 250 mil africanos llegaron en el periodo virreinal a ese territorio a través de los puertos de Acapulco y Veracruz y de otros virreinatos, dejando una herencia que desafió al mestizaje del siglo XX, para conservar su cultura y sus raíces. 

Pero no ha sido nada fácil, pues como se encuentra en los resultados de la Encuesta Nacional sobre Discriminación (ENADIS) de 2022 -citada por el documento de la UNESCO- cinco siglos después de haber llegado a México y sumando ya una población de 2,500,000 personas, los afromexicanos siguen sintiéndose extranjeros y una de las causas es la apariencia física, que se convierte en un obstáculo hasta para competir en igualdad de condiciones por un empleo o una oportunidad para la educación. 

Este despertar del cabello rizado comienza a irradiar los territorios diversos en el continente. En México también se rescata esa guía geográfica, en la que las cabezas de los esclavos silueteaban mapas, los caminos eran los surcos que dividían las trenzas y los montículos de cabello ensortijado simulaban cordilleras y otros puntos clave, que servían de guía para la huída hacia los palenques de hombres y mujeres libres. 


Entre dedos hábiles, el arte se teje y una trenza cobra vida, fusionando tradición en cada hebra. FOTO: Isabella Camacho y Mariana Lora.

Ahora, como lo recoge el Diario de Chiapas, la herencia no solo lleva el tinte oscuro en la piel; los negros mexicanos reflejan su orgullo y respeto por su pasado en el pelo ensortijado y los peinados que evocan ese anhelo de libertad de sus antecesores. Sin embargo, este es un rescate incipiente, pues en México no hay grandes estudios que confirmen estos antecedentes y la apropiación proviene de las investigaciones de sociólogos e historiadores colombianos. 

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Peinados: una simbología que perdura 

En la Colombia contemporánea, organizaciones y movimientos afrocolombianos están trabajando arduamente para preservar y celebrar su rica herencia cultural. Festivales de música y cultura negra, como el ‘Petronio Álvarez’, que cada agosto engalana a Cali, la tercera ciudad del país, y programas educativos en diferentes regiones, tienen como objetivo concientizar al público sobre la importancia de este legado cultural.  

Emilia Valencia Murrain, gestora cultural, fundadora y vocera de la Asociación de Mujeres Afrocolombianas (Amafrocol), y creadora del Encuentro de Peinadores que se efectúa desde hace 18 años, explicó que al comienzo, “yo las peinaba, les hacía las trenzas, les enseñé a peinar a algunas, porque me parecía que salir a bailar con el cabello lacio, planchado, reñía con lo que queríamos transmitir, que era el rescate de nuestra tradición cultural”, hasta que decidió hacer un concurso de peinados, “con el objetivo de incentivar a las mujeres a que abandonaran el alaciado del cabello y retornaran a sus raíces”. 

Este reencuentro con sus raíces también lo vivió la reconocida presentadora de televisión Mabel Lara, quien en sus redes sociales acompañó una foto de su pelo afro al natural con el siguiente mensaje:  ”Durante toda mi vida he batallado con el estereotipo de la mujer que se alacia el cabello; he pasado por planchas y me he expuesto a tratamientos químicos para verme mejor en pantalla’‘ y concreta con “gracias por motivar el cambio… no sé si sea para siempre, pero hoy me hace sentir segura, fuerte y definitivamente YO”. 

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Peinados afro, ¿sólo para los descendientes? 

Con la globalización, el tema de la apropiación cultural se ha convertido en un asunto delicado. Desde productos de moda hasta festivales de música, los elementos de la cultura afrocolombiana son cada vez más visibles, pero a menudo desprovistos de su contexto y significado histórico. Esta comercialización puede surtir el efecto secundario insidioso de diluir o trivializar el significado profundo detrás de estas tradiciones, contribuyendo a una forma moderna de borrado cultural. 


Karina celebra su herencia afro a través de sus trenzas ancestrales que tejen historia y belleza. FOTO: Isabella Camacho y Mariana Lora.

”Algunas personas lo hacen de forma respetuosa, porque son conscientes de que desde la época colonial las razas se han mezclado y de una u otra forma en nuestra sangre se lleva la cultura del afro, esto significa que la mayoría de las personas representamos la pluriculturalidad y que llevamos como rasgos los cabellos crespos o rizados, nariz ancha labios gruesos y la piel con tonalidad oscura”, sostiene Valois, quien no se opone a que mestizos y blancos se inspiren en estas tradiciones: ”No está mal que se apropien si se hace desde el respeto que esta cultura se merece, por eso existen festividades y carnavales para celebrar y dar a conocer esta maravillosa cultura”. 

La complejidad de este debate reside en la delgada línea entre la apropiación y el irrespeto. Mientras algunos argumentan que la adopción de elementos de la cultura afrocolombiana por parte de personas ajenas a ella puede considerarse una forma de homenaje o aprecio, otros sostienen que hacerlo sin el debido reconocimiento y comprensión del contexto histórico y cultural constituye una forma de explotación. 

En el mundo moderno, los peinados afrocolombianos han ganado visibilidad y popularidad, pero a un costo, pues celebridades y diseñadores de moda han adoptado estos estilos, en muchos casos sin comprender o reconocer el peso histórico y cultural que llevan consigo. 

El peligro no solo radica en la apropiación, sino también en la falta de reconocimiento de la rica historia y las tradiciones afrocolombianas, lo que puede contribuir a borrar una historia de resistencia y valentía.  

”El problema está en que si reconocemos que vivimos en una época de transculturación, de globalización, nadie se debe molestar por tomar otra cultura de otra etnia, determinadas tendencias que pueden ser estéticas en el peinado, la ropa, incluso en el hablar y que sea visto como alguno injusto y ofensivo”, explica el profesor de la Universidad Santiago de Cali Pedro Pablo Aguilera. 

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Así lo cree también el estudiante Deiner Micolta de 19 años: “el cabello afro simboliza lucha, reivindicación de nuestros derechos, orgullo por nuestra identidad y amor a nuestra herencia; decidimos amarnos tal cual somos. Usan los peinados por moda y no saben acerca de la historia, no veo el lado positivo, deberían hacerlo por costumbre, etnia o cultura. Eso es ignorancia ya que no saben de dónde vienen, esos peinados son para personas afro, no para personas lacias”. 

Para muchos jóvenes afrocolombianos, la elección de los peinados tradicionales no es solo una decisión estilística, es también una declaración política y social, representa un rechazo al estigma asociado al cabello afro y una afirmación de su identidad en un país donde los afrocolombianos siguen luchando por igualdad y reconocimiento. 

Por eso la responsabilidad de contar esta historia no recae solo en las comunidades afro. La sociedad en general, y particularmente aquellos en las industrias de la moda y los medios de comunicación tienen un papel crucial en asegurar que esta rica herencia cultural no sea trivializada ni explotada, sino respetada y celebrada en su verdadero contexto. 

Así que la próxima vez que estas trenzas capten tu atención, ya sea en un desfile de moda internacional o en el timeline de su red social preferida, recuerda: no es solo una tendencia pasajera, es un tributo a la resistencia, la historia y la identidad de un pueblo que ha luchado y sigue luchando por su lugar en la sociedad. Este estilo arraigado en la cultura y la historia es un libro abierto que espera que más personas estén dispuestas a leerlo. Y hoy es un buen momento para empezar a entender su significado. 

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