Watergate, el emblemático caso que inauguró una era de escándalos políticos

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¿Qué es el Watergate y por qué desde entonces todos los escándalos políticos llevan la terminación “gate” como marca?

A las 2:30 de la madrugada del sábado 17 de junio de 1972, un guardia de seguridad descubrió una cerradura alterada dentro de las oficinas del Comité Nacional del Partido Demócrata de Estados Unidos en el edificio Watergate, en Washington DC y llamó a la policía.

En el sexto piso del edificio, la policía descubrió a cinco hombres escondidos a los que detuvo por aparentemente intentar robar en las oficinas del Partido Demócrata. Se trataba de Bernard L. Barker, James W. McCord, Frank Sturgis, Eugenio R. Martínez y Virgilio R. González, los tres últimos de origen cubano.

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A los cinco luego se les identificó como “Los Plomeros”, pues ya detenidos declararon ante las autoridades: “Nos contrataron para evitar filtraciones, es que somos plomeros”.

Después se supo que eran agentes de la CIA (Agencia Central de Inteligencia, por sus siglas en inglés) al servicio del presidente Richard Nixon, quien gobernó EU entre 1969 y 1974.

Esa fue la primera prueba de que el equipo de Nixon espió la campaña del Partido Demócrata de cara a las elecciones presidenciales de 1972. También fue el principio del fin, porque el Watergate reveló una operación de espionaje de mayores proporciones, con la que Nixon pretendía conocer todo sobre sus rivales políticos. 

Los dos años siguientes, el presidente Nixon intentó por todos los medios que esto no se descubriera. Pero el escándalo hizo que, el 9 de agosto de 1974, Nixon se convirtiera en el primer -y único- presidente de Estados Unidos en renunciar a su cargo.

Así, el término “gate” comenzó a usarse para bautizar nuevos escándalos, pero medio siglo después apenas se recuerda lo que fue Watergate

Los periodistas 

Los medios de comunicación cubrieron la detención de “Los Plomeros” en el Watergate como un allanamiento sospechoso o un “intento de robo de tercera”, como lo calificó el secretario de prensa de Nixon. Pero esto llamó la atención de Bob Woodward y Carl Bernstein, dos periodistas del diario The Washington Post, quienes decidieron investigar más el caso.

Las investigaciones de los dos jóvenes periodistas se centraron en James McCord, uno de los cinco detenidos, pues descubrieron que era un antiguo miembro de la CIA y el jefe de seguridad de la campaña de reelección del presidente Nixon.

Dos días después del asalto a las oficinas del Partido Demócrata, Woodward y Bernstein publicaron en el Washington Post el primero de los cinco artículos que se conocería como “El escándalo Watergate.

No era un simple robo, “se trataba de un patrón de actividades ilegales que incluía golpear físicamente a miembros de la oposición política, robando sus memorandos, interviniendo las líneas de los opositores políticos, irrumpiendo en las oficinas de psiquiatras”, recordó Bernstein en declaraciones para CNN en 2003.

En septiembre de 1972, la investigación de Woodward y Bernstein seguía en las portadas del Washington Post, pero apenas tuvo relevancia mediática. Incluso, Nixon, cuya popularidad era muy alta, obtuvo una victoria aplastante en las elecciones de noviembre y fue reelecto como presidente

La investigación se prolongó dos años más. Aparecieron personajes míticos, como Garganta profunda, la fuente anónima de Woodward y Bernstein que corroboró los hallazgos que iban haciendo y les iba dando pistas de por dónde seguir. Fue hasta el año 2005 que se supo que Garganta profunda era el entonces subdirector del FBI, Mark Felt

Además, Woodward y Bernstein descubrieron que el equipo de campaña para la reelección de Nixon también se encargaba de poner aparatos de espionaje a periodistas non gratos y reunía fondos ilegales provenientes de grandes compañías. 

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La comisión del Senado

En enero de 1973, durante el juicio contra los cinco detenidos en el Watergate se descubrieron nuevos datos. 

Todos se habían declarado culpables de robo y allanamiento. Pero dos meses más tarde uno de ellos, James McCord, reconoció -en una carta que entregó al juez que llevaba el caso- haber mentido y afirmaba que funcionarios de la Casa Blanca amenazaron a los cinco para declararse culpables. 

La carta se hizo pública y el escándalo explotó. La prensa se dio cuenta de que la investigación -de nueves meses atrás- de Woodward y Bernstein era cierta. Este año ganaron el premio Pulitzer.

El Senado creó un comité de investigación especial para examinar el caso Watergate. Nixon y sus hombres más cercanos fueron sospechosos de obstrucción a la justicia por planear usar a la CIA para detener la investigación del FBI. 

El 30 de abril, Nixon hizo la primera declaración sobre el caso. Frente a la televisión a nivel nacional, aceptó la “responsabilidad oficial” por el Watergate, pero negó conocer previamente esas acciones y encubrir a los delincuentes. Despidió a dos de sus colaboradores más cercanos.

En mayo, el comité del Senado comenzó a sesionar. Las jornadas fueron transmitidas por televisión y seguidas por toda la nación. Además, la sala del Senado donde se celebraban las sesiones en la que se iba revelando día a día la trama del Watergate se mantuvo abarrotada.

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Las grabaciones secretas de Nixon

El 16 de julio de 1973, el comité del Senado pidió testificar a un ex asistente de la Casa Blanca, quien confirmó que Nixon tenía un sistema de grabación oculto en la Oficina Oval y que grababa todas las conversaciones que ahí mantenía. Por tanto, las cintas fueron necesarias para conocer si Nixon mentía o no.

El fiscal especial del Watergate, Archibald Cox, solicitó a Nixon entregar ocho grabaciones, pero este no solo se negó, sino que el sábado 20 de octubre, día conocido como “La masacre del sábado en la noche”, ordenó a tres funcionarios despedir a Cox. El procurador general, Robert Bork despidió a Cox, solo después de que el secretario de Justicia y el subprocurador renunciaron en lugar de obedecer la orden de Nixon. 

Tras este despido y dimisiones, la crítica de la sociedad y la petición de juicio político contra Nixon aumentaron. El presidente había sobrepasado sus funciones y violado la ley. 

Nixon entregó unas grabaciones, pero faltaban 18 y medio minutos borrados “por accidente”, según lo dicho por Rosemary Wood, secretaria de Nixon. Los minutos faltantes eran de una conversación, ocurrida tres días después del atraco en el edificio Watergate, entre Nixon y su jefe de gabinete. Habían borrado la verdad y Nixon seguía negándose a entregar las grabaciones.

El 24 de julio de 1974, la Corte Suprema de EU resolvió por mayoría de votos que Nixon tenía que entregar las miles de horas de grabaciones. Tres días después de la resolución de la Corte, la Cámara de Representantes solicitó la destitución de Nixon.

Las grabaciones destruyeron lo poco que quedaba de la credibilidad y la presidencia de Nixon. En una de las cintas se escucha a Nixon ordenar a su jefe de gabinete pedir a la CIA que ponga fin a la investigación del FBI sobre el Watergate. Esto demostró que Nixon mintió y obstruyó la justicia. Perdió todos sus apoyos políticos y renunció antes de enfrentar el juicio de destitución en su contra.

Las cintas iluminan la locura de Nixon, su perversión, su extraña y mesiánica creencia en que podía realinear todo el orden mundial”, explica Douglas Brinkley, historiador de la Universidad de Rice.

Nixon nunca reconoció nada e incluso proclamó su inocencia con la famosa frase I am not a crook (no soy un ladrón). En septiembre de 1974, Gerald Ford, sucesor de Nixon, lo indultó, así que Nixon no enfrentó ningún cargo, aunque más de 40 funcionarios de su administración fueron condenados a penas de prisión.

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