Claudia o Xóchitl: México tendrá presidenta, pero el machismo persiste

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Todos han sido hombres. Desde Guadalupe Victoria hasta Santa Anna, pasando por Benito Juárez hasta Andrés Manuel López Obrador. Por México han pasado 83 presidentes  varones desde 1824 hasta el 2023, donde el techo de cristal se rompió a favor de las mujeres. 

A partir del próximo año, México verá por primera vez en su historia a una mujer llevando la banda presidencial.

Tuvo que pasar más de un siglo, un México imperial y otro democrático, para que en una boleta de elección popular estuvieran dos nombres femeninos: Claudia Sheinbaum Pardo y Bertha Xóchitl Gálvez Ruiz.

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Es hora de hablar de las presidenciales rumbo a las elecciones del próximo año donde se renuevan 128 escaños en el Senado de la República, 500 curules en la Cámara de Diputados, la jefatura de la Ciudad de México, 1,098 diputaciones locales, 18,527 cargos municipales y auxiliares, 8 gubernaturas y la presidencia donde dos mujeres tienen oportunidades reales de ganar. 

Elecciones 2024
FOTO: CUARTOSCURO.

Nunca antes las mujeres mexicanas habían estado tan cerca de la silla presidencial. La cuestión es si el techo de cristal, esa metáfora de barreras invisibles que impiden a las mujeres ascender a puestos de poder por el machismo estructural, la misoginia y la discriminación, termina siendo el garrote diario para lapidar las capacidades profesionales de quien será la primera presidenta de México. 

“La candidata de…” y “muñeca de ventrílocuo”; la retórica misógina detrás de las candidatas

Ni Xóchitl ni Claudia han librado a la violencia política de género. Desde que se destaparon como aspirantes a la presidencia, el machismo estructural mexicano comenzó a manifestarse.

Para que Sheinbaum y Gálvez fueran presidenciables, primero los partidos políticos dirigidos por hombres tuvieron que proponerlas como candidatas e incluso salir a posicionarlas o desacreditarlas.

“Hay investigaciones y evidencias que muestran que las mujeres en el lugar de trabajo son juzgadas por sus jefes y colegas con adjetivos que no están relacionados con el desempeño de su labor sino, por ejemplo, con adjetivos para juzgar su físico”, señala Luz Karime Abadía, decana de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad Javeriana de Colombia, y para la muestra dos botones.

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A Jesús Zambrano Grijalva, líder nacional del Partido de la Revolución Democrática (PRD), le preguntaron en una entrevista radiofónica su opinión sobre Claudia Sheinbaum y su respuesta fue llamarla “muñeca de ventrílocuo” .

La frase desafortunada de Zambrano terminó en una denuncia por violencia política de género por utilizar frases “misóginas y machistas” en contra de la aspirante presidencial.

En el caso de Xóchitl Gálvez, candidata por el Frente Amplio por México que aglutina al Partido Acción Nacional (PAN), el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y el Partido de la Revolución Democrática (PRD), el presidente Andrés Manuel López Obrador utilizó su tribuna para hacer lo que hacen muchos hombres todavía: asegurar que el éxito de una mujer se consigue porque hay hombres detrás que las impulsan. 

“¿Cuál es la violencia de género? ¿Qué, no es cierto que Xóchitl es la candidata de Claudio X. González? Es la candidata de Carlos Salinas, Vicente Fox y otros traficantes de influencias”, repitió el mandatario en sus habituales mañaneras

Gálvez se inauguró como la candidata de oposición con una denuncia al presidente de México y le regaló una frase que aún retumba: “Usted es un machista, a mí nadie me ha regalado nada”

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En la demanda, la candidata aseguró que ese tipo de frases que dijo el presidente, reproducían “patrones y estándares históricos que han colocado a la mujer siempre por debajo de los intereses y estrategias de los hombres”. El Instituto Nacional Electoral (INE) sancionó a López Obrador por violencia política de género y le ordenó evitar pronunciamientos sobre Xóchitl y las elecciones del 2024.

FOTO: CUARTOSCURO.

El lenguaje como el tamaño ¡claro que importan! 

ONU Mujeres resalta la importancia de nombrar a las mujeres desde el lenguaje escrito y oral para promover la igualdad de género y combatir los prejuicios. Por eso llama la atención que en los requisitos para ser presidente de México señalados en la Constitución mexicana, se escriba presidente con “e” y no aparece la “a” para presidenta. 

Dado que el lenguaje es uno de los factores clave que determinan las actitudes culturales y sociales, emplear un lenguaje inclusivo en cuanto al género es una forma sumamente importante de promover la igualdad  y combatir los prejuicios, señala la ONU.

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Sin embargo, el artículo 82 de la Constitución dice textualmente que para ser presidente del país se debe: “ser ciudadano mexicano por nacimiento, en pleno goce de sus derechos, hijo de padre o madre mexicanos y haber residido en el país al menos durante veinte años”.  

Todo muy claro, sobre todo la ausencia gramatical donde las mujeres no se nombran como parte de “los ciudadanos” y “ciudadanas”, los hijos no incluyen a “las hijas” y “los mexicanos” dejan por fuera a “las mexicanas”. 

La subrepresentación de las mujeres en la política

Por otro lado, hay otro reto: la escasa participación de las mujeres en la política y las cifras y los hechos lo demuestran. 

En México las mujeres están subrepresentadas en participación política en el Congreso y a nivel nacional y regional. Lo anterior, a pesar de que existe una cuota de género que exige que al menos el 40% de las candidatas sean mujeres”, agrega Luz Karime Abadía. 

Recordemos el caso de las “Juanitas” nombre que se usó para referirse a las mujeres que son candidatas a un cargo de elección popular y una vez que lo obtienen, solicitan licencia o lo ceden para que sea tomado por hombres o sus esposos.

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En el año 2011, cuando menos 12 legisladoras solicitaron licencia en el Congreso de la Ciudad de México y en ocho casos, los suplentes eran hombres, una maniobra que violó la cuota de género.

Ese mismo año, el caso Juanitas llegó al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), que determinó que los suplentes de los legisladores debían estar homologados, es decir, que tanto el titular como su suplente deberían ser mujeres.

De acuerdo con el Laboratorio de la Economía de la Educación (LEE) que dirige Karime Abadía en Colombia, “en América Latina las mujeres ocupan en promedio solo el 30% de los escaños en Congreso y parlamentos”.

Datos recopilados por primera vez por ONU Mujeres, muestran que al 1 de enero de 2023 ellas representan el 22.8% de miembros del gabinete dirigiendo ministerios que lideran un área política. 

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De 136 países que arrojan datos al organismo internacional, sólo hay 13 en los que las mujeres ocupan el 50 por ciento o más de los puestos de ministras del gabinete que dirigen áreas políticas. 

Los peldaños más ocupados por ministras también muestran que el rol de la mujer sigue siendo relacionado con el sexo, perpetuando la idea errónea “de que las mujeres cuidan mejor”. 

De acuerdo con la ONU, las posiciones de las ministras están en las secretarías de la mujer e igualdad de género, familia e infancia, inclusión social y desarrollo, protección social y seguridad social, asuntos indígenas y minorías. 

Nunca es suficiente para ti…

El género no es suficiente para gobernar un país, es una consigna recurrente de activistas feministas. El que Sheinbaum o Gálvez se conviertan en presidenta de México, no es garantía de un buen gobierno ni de fomentar la igualdad. 

Ninguna de las dos candidatas tienen una militancia decididamente feminista e incluso se les cuestiona la falta de una agenda política con perspectiva de género.

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De hecho, a Claudia Sheinbaum -ex jefa de gobierno de la capital mexicana-, se le atribuyó el excesivo uso de la fuerza pública contra las mujeres que marcharon en el Día Internacional de la Mujer donde varias reportaron el uso de balas de goma y gas pimienta. 

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Pero ¿alguna vez un medio de comunicación ha cuestionado la candidatura presidencial de un hombre por su sexo? cuestiona Luz Karime Abadía y agrega que justo por los estereotipos de género “se suele juzgar a las mujeres de manera más severa y a poner en duda su habilidad y capacidad para ocupar cargos de liderazgo”. 

Más de un siglo; el techo que se rompió

En entrevista para Cuestione, Karime Abadía cuenta que las mujeres ven que arriba de sus posiciones hay cargos de liderazgo, pero se les dificulta romper el techo para llegar a ellos. “Esto se debe a estereotipos de género arraigados en una sociedad y también a la discriminación”.

Pero hay techos que ya están rotos. Luisa María Alcalde, por ejemplo, es la secretaria de Gobernación más joven en la historia de México y su antecesora, Olga Sánchez Cordero, fue la primera en ocupar esa misma posición como mujer. 

Alcalde también ha sido atacada por la oposición por temas que no están asociados a su trayectoria profesional. La han calificado como “inexperta” por su juventud y hay quienes critican su forma de vestir al utilizar vestidos o trajes que consideran poco austeros para sus encargos públicos. 

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En el Estado de México, con Delfina Gómez como gobernadora, son 10 las mujeres en la cabeza de gobiernos estatales y en una elección atípica para México el próximo año, otra mujer, Guadalupe Taddei, será una de las consejeras del INE que organizará y dará legalidad a las elecciones del próximo año.

Claudia y Xóchitl se disputarán la presidencia de México en el año 2024 en un contexto donde la igualdad de género en las más altas esferas de decisión política, se logrará en al menos otros 130 años, lo que demuestra que la paridad de género en la política está aún lejos de ser alcanzada, precisa la ONU Mujeres.

La cuestión es aprovechar el techo de cristal que Claudia y Xóchitl ya rompieron “para ver a más mujeres en cargos y oficios considerados erróneamente como masculinos”, finaliza Karime Abadía. Para cambiar los imaginarios colectivos e impulsar en los sueños de las niñas mexicanas el romper todos los techos que les impidan perseguir cargos de liderazgo. 

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