Crónica de un mitin que se convocó para defender el voto y acabó llamando a reconstruir la gran nación

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¿Qué hace a un movimiento social?, ¿la causa que lo inspira o la gente que lo conforma? 

Este domingo 26 de febrero la oposición llenó el Zócalo de la CDMX en la misma semana que el Senado aprobó el “Plan B” de la reforma electoral. El evento duró menos de una hora, pero a pesar de su duración logró despertar un mar de sentimientos en quienes asistieron y en quienes no. 

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Miles fueron a ejercer sus derechos como ciudadanos, pero también había quienes encontraron ahí el foro ideal para externar su odio. 

La cifra de asistentes está entre 90,000 (según las autoridades de la CDMX) y 500,000 personas (según los organizadores). En todo caso, quienes acudieron a la cita lo hicieron para defender su voto, repitieron. 

Si bien había personas comunes y corrientes que asistieron a alzar la voz en contra de una reforma que se ha criticado por antidemocrática y anticonstitucional, no faltaban gritos y pancartas llenas de coraje en contra del presidente y de las clases sociales que lo apoyan. 

La convocatoría

Desde el martes 21 de febrero, 118 organizaciones de la sociedad civil convocaron a la ciudadanía a más de 80 concentraciones dentro y fuera del país.

La cita era el domingo 26 de febrero para protestar en contra del Plan B, que fue aprobado en el Senado con 72 votos a favor y 50 en contra el miércoles 22 de febrero de 2023.        

La concentración

El 26 de febrero tomé el Metro en Viveros y de este lado de la ciudad el día parecía un domingo normal. No fue hasta que transbordé en Hidalgo que comencé a notar a las decenas de personas bañadas en bloqueador –era imposible ignorar el olor– que pintaban los vagones de rosa y blanco. La mayoría vestía ropa de marca y usaban esos sombreros de paja que tanto se ven en los Pueblos Mágicos

Desde las 9:00 AM habían estado llegando al Zócalo miles de personas vestidas de rosa, color que se ha convertido en el símbolo de defensa del Instituto Nacional Electoral. 

En las dos horas siguientes, tanto el Zócalo como las calles que llevan a él, se fueron llenando de personas impacientes por protestar en contra del “Plan B” a la reforma electoral, una ley que busca cambiar por completo al órgano electoral. 

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Omar, mi acompañante, y yo caminamos entre miles de personas para llegar a un punto donde, con todo y mi metro y medio de estatura, pudiera ver una pantalla. 

Mi voto no se toca”, se leía en las pancartas, playeras y gorras que llevaban las y los asistentes. Esta frase parece haber suplantado aquella de “El INE no se toca” que se usó en las manifestaciones del 13 de noviembre de 2022  y fue criticada por ignorar la necesidad de tener instituciones dinámicas y capaces de evolucionar. 

Esta vez, había entre los manifestantes quienes portaban estandartes de la Virgen de Guadalupe y quienes gritaban: “¡Viva Cristo Rey!”, pero también había grupos que resaltaban por el amarillo de sus playeras con la frase: “ES TIEMPO DE LA REVOLUCIÓN DEMOCRÁTICA” y el logo del Partido de la Revolución Democrática (PRD). 

Las señoras que llevaban esta Virgen de Guadalupe, que no era la única, me dejaron tomarles una foto a cambio de que la subiera, estaban muy orgullosas de cargarla. 

Entre los ambulantes de siempre destacaban aquellos que vendían copias del libro “La democracia no se toca”, escrito por los consejeros electorales Ciro Murayama y Lorenzo Córdova. 

Priistas presentes

A las 11:00 de la mañana mientras intentaba acomodarme en la plaza a lado de las letras gigantes “CDMX” –y que se ha convertido en el lugar favorito de los turistas para tomarse fotos– comenzó la concentración con un video que se proyectó en las cuatro pantallas que facilitó el gobierno de la Ciudad de México y la consigna “A eso vine, a defender al INE” de fondo.

El video resaltaba la lucha por la democratización en México mientras pasaban imágenes de figuras como Luis Donaldo Colosio y Cuahutemoc Cárdenas -quien, por cierto, aclaró con anticipación que no asistiría al evento en un comunicado que también aprovechó para reiterar su cercanía con el presidente. 

A las 11:07 tomó la palabra la primera oradora: la ex priista, activista y periodista Beatríz Pagés

Yo tenía a la derecha a un grupo de mujeres que chiflaban y gritaban extasiadas “¡Por ti vine, Beatriz!”, y a la izquierda una mujer muy seria, de unos setenta años, con un par de lentes de sol de la marca Salvatore Ferragamo que no dejaba pasar a nadie, ni siquiera a fotógrafos con gafetes de prensa. “Hubieran llegado más temprano”, decía a quienes le pedían permiso. 

El INE no se toca, nuestro voto no se roba”, declaró ante la multitud la ex diputada, quién aseguró: “estamos listos para impedir un golpe a la constitución y nuestras libertades”. 

Pagés repitió la intención del evento: exigir al Poder Judicial que frene la ley aprobada ya en el Congreso. “Vinimos a tocar las puertas de la corte para que los ministros no permitan la pérdida de la nación”, exclamó. 

También aprovechó el micrófono para acusar a la reforma electoral de ser “misógina y machista, excluyente y discriminatoria” ya que “ignora la paridad de género en candidaturas”. E hizo un llamado a los “ciudadanos y las fuerzas opositoras para tomarse de la mano y salvar al país” 

“Atrevámonos a salvar a la política con la ciudadanización de la política”, dice Pagés en el video que Omar, mucho más alto que yo, me ayudó a grabar. 

La ex priista alertó que actualmente la oposición resiste al “autoritarismo galopante” y acusó al gobierno actual de ser “una tiranía insaciable que chantajea legisladores para consumar la demolición del INE”.

“No queremos un país encadenado a ideologías autoritarias”, reiteró la mujer que por más de diez años perteneció al Partido Revolucionario Institucional, a un público, que desde donde yo estaba, no cabía de la emoción

A las 11:23 Beatriz Pagés cerró su participación, y con lo que parece parafrasear al eslogan de campaña del ex presidente norteamericano Donald Trump, aseguró que están listos para “volver a construir una gran nación”. 

La esperanza puesta en la Corte

A las 11:25 empezó a sonar con fuerza el “¡Goya!, ¡Goya!” en honor a la Universidad Nacional Autónoma de México. También entonaron el “¡Huélum! ¡Huélum! ¡Gloria!” del Instituto Politécnico Nacional –a mi alrededor solo un hombre conocía esta última porra–, mientras esperábamos a que tomara el micrófono el ex ministro de la SCJN José Ramón Cossío. 

Eran las 11:27 cuando el orador se dirigió a lo que llamó una “fiesta democrática”.

El ex ministro de la Corte dedicó su mensaje a explicar el proceso que debe seguir una reforma como la aprobada el miércoles 22 de febrero de 2023, así como las oportunidades que todavía existen para frenar su aplicación.

Cossío advirtió que tan pronto sean publicadas las leyes, el proceso dejará atrás la política y pasará a manos del sistema judicial al que pidió frenar estas reformas. 

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“Desconocer el papel de la justicia tal como lo prevé la Constitución y argumentar la mera prevalencia de la política, de un proyecto político, de un hombre que considera que su proyecto político nos puede ser impuesto a todos, implica ponerse fuera del orden jurídico que sustenta el propio cargo que ahora ocupa, así de simple, así de claro”, dijo José Ramón Cossío. 

El discurso de quien se sentó en la SCJN por más de 15 años iba dirigido principalmente a las y los ministros actuales. Lo cual era evidente no solo por las veces que lo reiteró, sino por la propia composición de sus oraciones que se sentían eternas y estaban llenas de términos jurídicos. 

“Exacto, exacto” decían mientras asentían las señoras con las que me encontraba cada que parecía que el ministro había terminado una frase.

Cossío aseguró a los presentes que los ministros verán que dejar la asignación presupuestaria a la Cámara de Diputados “viola la autonomía presupuestal del INE”, lo cual le ganó muchos aplausos entre mis vecinas.

“¡Confiamos en ellos! (…) Los ministros, estoy seguro, sabrán cumplir con el papel que la Constitución les impone, el resto es tarea de nosotros y solo de nosotros” dijo José Ramón Cossío. 

A las 11:43 el ex ministro invitó a los ciudadanos a no dejar de participar en la política y cerró su ponencia con “Mi voto no se toca”, frase que los asistentes continuaron gritando varias veces con mucha emoción. 

Después de la participación del jurista se anunció que un niño que se extravió al inicio del evento había aparecido y los presentes aliviados celebramos la noticia. 

El ex diputado plurinominal por el PRD, Fernando Belaunzarán, quién había estado guiando la concentración, introdujo a gritos lo que llamó el “momento clave” del evento: el canto del himno nacional. 

El eventó concluyó a las 11:48 tras el himno nacional y la gente comenzó a movilizarse para desalojar el Zócalo. 

La multitud tardó más en salir del lugar de lo que duró el evento, pero el flujo de personas era constante y ordenado en general.

Me compré un mango con chile y seguí dando vueltas por la explanada.

En dos ocasiones presencié enfrentamientos verbales entre simpatizantes del presidente y quienes vestían playeras tipo polo color rosa. Las frases que gritaban los que fueron a defender a la democracia lejos de ser inclusivas o pluralistas, eran divisivas y, en algunos casos, hasta discriminatorias. 

A las 12:15 los organizadores informaron a quienes seguían en la explanada que la cifra preliminar era de 500,000 asistentes, aproximadamente el doble de la capacidad de esta plaza pública. 

Medios de comunicación como The New York Times se han limitado a estimar que fueron más de 100,000 personas, el Gobierno de la Ciudad de México dice que asistieron 90,000 y el presidente aseguró que “máximo hubo 100,000 asistentes”. 

“Creo que es muy importante defender nuestra democracia” me dijo una señora de falda blanca y suéter rosa que sostenía un cartel que leía: QUIERO UN PAÍS DEMÓCRATA, YO ESTOY CON EL INE. MI VOTO NO SE TOCA, cuándo le pregunté a por qué estaba ahí.

Por más de una hora continuaron bajo el sol las aglomeraciones alrededor de figuras notables de la oposición como lo fueron el diputado Santiago Creel a quien simpatizantes se referían como “el futuro presidente”, el ex rector de la UNAM José Narro y la senadora Xóchitl Gálvez. 

Ex rector de la UNAM José Narro
Omar y Santiago Creel

Esta última se encontraba en medio de una multitud de decenas de personas que, mientras la abrazaban, a parte de fotos le pedían que se convirtiera en la próxima Jefa de Gobierno de la Ciudad de México. 

“Gracias por tu trabajo” le gritaban a la senadora Xóchitl Gálvez

Por la marcha circuló un folleto de la organización Unid@s que invitaba a las y los asistentes a continuar el ejercicio ciudadano más allá de la marcha. 

Finalmente, mientras los contingentes salían por las calles que conectan al Zócalo escuché un grito que decía “López, aunque no te guste, aquí estamos los que mantenemos el país”. 

En ese momento decidí que era hora de regresar al otro lado de la ciudad dónde las personas vestidas de rosa eran una minoría. 

Además de la Ciudad de México, también se llevaron a cabo concentraciones en 115 plazas públicas de otras ciudades del país y París, Madrid, Ginebra y Londres, de acuerdo con los organizadores.

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