La nacionalización de empresas: ¿protección a la nación o pérdida de oportunidades?

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En los últimos años, algunos países han optado por la nacionalización de empresas en diferentes sectores, lo que ha generado un intenso debate sobre los motivos detrás de esta medida y quién se beneficia realmente de ella.

La nacionalización de empresas ocurre cuando el gobierno de un país toma el control total o parcial de una empresa privada, generalmente bajo el argumento de que los intereses del Estado y la población deben ser respetados, protegidos. 

La nacionalización se realiza por vías de derecho público o privado, como ocurrió con la expropiación petrolera en el sexenio del ex presidente Lázaro Cárdenas en 1938 y con la compra de las acciones en la década de los 60 de The Mexican Light and Power Company y la American and Foreign Power que luego sería la Compañía de Luz y Fuerza del Centro.

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Actualmente, el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador está aprovechando que, culturalmente, la nacionalización de empresas clave -como la eléctrica- está asociada a ese discurso pragmático de la protección a los bienes del país, nos explicó Alejando Montúfar Helu Jiménez, director de la consultora PETROIntelligence, especializada en inteligencia de mercado para el sector gasolinero y de transporte en México.

Esto lo vemos hoy en el mensaje que hay detrás de la compra de 13 plantas de generación eléctrica que el fondo Mexico Infrastructure Partners acordó con la empresa Iberdrola y que el gobierno federal presumió como una “nueva nacionalización”, aunque en la realidad no se trate de esto, como te contamos en esta nota.

Pasó algo semejante en 2022 con la creación del organismo descentralizado Litio para México con lo que se dejaron las reservas de este mineral a cargo de la Secretaría de Energía.

“En México la nacionalización se ve como algo positivo”, nos dijo el especialista y resaltó que incluso el 18 de marzo sigue siendo un día oficial para conmemorar la nacionalización de la industria petrolera, que este año se celebró de manera masiva en la capital mexicana.

A pesar de que es el sentimiento patriótico lo que sostiene la idea de la nacionalización, en el caso específico de México se ha demostrado que el gobierno no es precisamente el mejor de los empresarios.

Adriana García, coordinadora de Análisis Económicos de la organización México, ¿Cómo vamos? -un colectivo de investigación sobre economía y políticas públicas- nos dijo que tenemos indicadores sociales que dicen claramente que el Estado mexicano no está cumpliendo con priorizar y garantizar las condiciones básicas de la ciudadanía.

“Y sobre todo no nos están dando cuentas de nuestro dinero, porque seis de cada 10 pesos públicos vienen de nuestros impuestos. Es cierto que en la Ley de la Industria Eléctrica la CFE tiene que participar con el 54% de la generación de energía y me parece que la compra de los activos de Iberdrola va a ser una bandera para demostrar que sí se puede lograr ese porcentaje”, acusó.

“Lo que no tenemos que perder de vista es que México necesita que el pastel de la industria eléctrica se haga más grande, no solamente repartir lo que ya existe. Necesitamos mayor producción de energía eléctrica porque si no, nos vamos a perder oportunidades de negocio”, nos dijo.

Algunos éxitos entre muchos fracasos

La economista y abogada Fernanda Diez-Torres nos explicó que la historia ha demostrado que los gobiernos no son los mejores administradores de empresas. Quizás podríamos rescatar el caso de Aerolíneas Argentinas a la que el presidente de ese país, Alberto Fernández, defiende con fiereza de la privatización, pero el costo de su mantenimiento sigue siendo una carga para los contribuyentes de aquel país.

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Las empresas en manos del Estado que han logrado ser exitosas son aquellas que se convierten en monopolios y que no tienen que competir con otros proveedores. Algunos ejemplos son la empresa Gas de Francia (GDF), que es uno de los mayores proveedores de Gas Natural Licuado (GNL) en Francia; el sistema de Ferrocarriles de Israel o los bancos chinos China Construction Bank y Agricultural Bank of China, nos dijo Fernanda Diez-Torres.

El éxito de una empresa estatal -como de una privada- depende de que sean administradas de manera profesional, de que sus empleados estén bien capacitados y que se tengan las herramientas suficientes para poder participar en el mercado, nos dijo la especialista.

Para el economista Carlos Brown debemos poner atención en el rol que una empresa pública debe tener, porque este tipo de emprendimientos dependen de que el Estado tenga finanzas públicas fuertes, es decir, de que haya dinero suficiente para mantenerlas. ¿México las tiene?

“El problema no es que arranques la empresa, es que la sostengas en el tiempo. Ese es el gran problema que tenemos en México. Pensamos ideas para lanzar pero nunca para mantener. El caso del Metro de la Ciudad de México es un recordatorio muy claro de por qué mantener y sostener es importante, pero que, además, es costoso”, nos dijo el especialista.

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A través de la historia hemos visto ejemplos de la incertidumbre y el descontento que puede traer consigo la nacionalización de ciertos sectores en México, como cuando el ex presidente José López Portillo -a meses de dejar el poder en 1982- nacionalizó de manera autoritaria y repentina la banca mexicana, lo que produjo amenazas de paros, huelgas patronales y boicots en el sector bancario y empresarial.

Hasta el mismo presidente electo Miguel de la Madrid se pronunció en contra -pero en privado- de esta determinación y el entonces presidente del Consejo Coordinador Empresarial, Manuel de Jesús Clouthier, pidió un plebiscito nacional al considerar que esas medidas “no las puede tomar un solo hombre”.

Por si fuera poco y como te platicamos en esta nota, Pemex y CFE -dos empresas del Estado mexicano- registran pérdidas millonarias de las que no se han podido recuperar. Tan solo entre julio y septiembre de 2022 la CFE, a cargo de Manuel Bartlett, registró una pérdida neta por $50,719 millones de pesos.

Durante los mismos meses, Pemex regresó a números rojos cuando registró en sus estados financieros pérdidas por $52,033 millones de pesos. 

Entonces, ¿por qué insistir en este camino? Más importante, por qué seguir permitiendo las negociaciones opacas que el gobierno está haciendo con nuestro dinero si no tenemos claro a quién están beneficiando.

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