¿Es la federalización del sistema de salud en México la solución?

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Un sistema de salud de primera, como en Canadá o en los países nórdicos”: prometió el presidente Andrés Manuel López Obrador aquel histórico 1 de diciembre cuando finalmente logró ocupar el Zócalo de la Ciudad de México como el presidente electo de México. “Se hará realidad el derecho a la salud”, exclamó el mandatario ante una multitud de 160,000 personas. 

Sin embargo, entre 2018 y 2022, 30.3 millones de personas perdieron el acceso a servicios de salud y actualmente el 39.1% de la población mexicana carece de acceso a estos, según datos del CONEVAL. 

Casi cinco años y una pandemia global después el presidente ha decidido federalizar la atención de salud. 23 gobernadores firmaron ya el “Acuerdo Nacional para la Federalización del Sistema de Salud para El Bienestar”, pero ¿es este el primer paso de la gran transformación que le urge al sistema de salud en México? 

Es importante aclarar que en México el sistema de salud está completamente fragmentado y dividido. La salud no es un derecho de facto, más bien es una prestación ligada al trabajo formal y la gran mayoría de las y los mexicanos trabajan en la informalidad sin seguridad social.

Lo que hay actualmente es un sistema de salud regresivo, es decir, “invertimos más en quienes más tienen”, nos dijo el doctor Andrés Castañeda, coordinador del colectivo Cero Desabasto.

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El antiguo Seguro Popular y más recientemente el INSABI buscaban dar atención a la población vulnerable, sin embargo, ambos se quedaron muy lejos de hacerlo. 

Pacto federal y el Seguro Popular 

Actualmente la prestación de servicios de salud la dan los estados con recursos etiquetados que vienen de la federación. Esto ha ocasionado muchas diferencias en la calidad y el acceso a la salud entre los diferentes estados. 

Este sistema se puso en marcha en la década de los ochentas cuando la salud se reconoció como un derecho para los mexicanos y la responsabilidad de la atención a la población sin seguridad social se le delegó a los estados.

En 2004, durante el sexenio de Vicente Fox se echó a andar el Seguro Popular, un programa diseñado para dar la atención de salud a esta población tan vulnerable. El programa era financiado tanto por el gobierno federal como por los estados y en una pequeña parte por los usuarios. Este esquema descentralizado trajo consigo muchas críticas y acusaciones por corrupción, pero también dio resultados. 

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Entre 2005 y 2018 la carencia por acceso a servicios de salud se redujo un 35.2% y en su punto más alto en 2014, 57 millones de personas –el 48% de la población– se beneficiaba de este. Sin embargo, los servicios que este prestaba no eran de la misma calidad que los de otras instituciones de salud, y muchos usuarios siguen teniendo que pagar los costos elevados de los servicios privados. 

La salud pública en tiempos de Andrés Manuel

En 2019, con 51 millones de mexicanos inscritos, el presidente tomó la decisión de poner fin al Seguro Popular y sustituirlo por el Instituto de Salud para el Bienestar (INSABI). Este fue un primer intento de centralizar la salud pública, sin embargo, el proyecto era poco claro y el grado de afiliación fue diferente entre los estados. 

El nuevo INSABI tuvo que enfrentarse a una pandemia mundial en sus primeros años de existencia. El colapso total de los sistemas de salud en México dejó un saldo de por lo menos 334,336 personas muertas por COVID-19. 

Carlos Moreno Jaimes, Alfonso Rojas-Alvarez y Jacqueline L. Angel encontraron en su ensayo para Nexos “Del Seguro Popular al INSABI: efectos de la recentralización parcial sobre la cobertura de servicios de salud” que los estados que le apostaron a ceder al INSABI todos sus servicios de salud, vieron mucho más afectada su cobertura durante la pandemia. 

El pacto federal

El INSABI se canceló en mayo de 2023 y en su lugar nació el IMSS-Bienestar.  Ahora, a un año de terminar su mandato, el presidente López Obrador ha propuesto un pacto para federalizar la atención en salud y 23 gobernadores se suman a este proyecto, pero todavía hay muchas dudas sobre qué significa esto en términos reales para los mexicanos y cómo operarán los estados que no se incorporen. 

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La responsabilidad de atención de los estados así como el presupuesto pasarán a la federación en el nuevo OPD IMSS Bienestar. 

La heterogeneidad en los servicios de salud es uno de los grandes problemas que enfrenta México hoy, la diferencia entre estados es abismal, a pesar de que existen reglamentos operativos, cada estado ha hecho lo suyo, nos explicó el doctor Andrés Castañeda, director del colectivo Cero Desabasto. 

También hay un problema de eficiencia, nos comentó Castañeda. La división geográfica no siempre es compatible con la realidad de las comunidades. La coordinación entre estados para atender a la población alrededor de las clínicas y hospitales independientemente del estado en el que residen, tampoco ha funcionado bien. 

Para que la federalización salga bien se necesita comenzar con una planeación regional correcta. No es suficiente que se centralice la administración, los servicios de salud deben descentralizarse y distribuirse a lo largo del país si realmente, nos comentó la oncóloga Onix Garay Villar.

Estos dos retos en el sistema actual podrían encontrar una solución en un sistema más centralizado, sin embargo, la falta de claridad respecto al nuevo esquema administrativo deja muchas dudas sobre la capacidad que tendrá la federación de entender y atender las diferentes realidades que conviven en el país. 

La capacidad de los hospitales está sobrepasada”, nos explicó quien también fue jefa del Servicio de Radioncología en Centro Médico Nacional Siglo XXI. Garay Villar considera que si bien en papel la salud es un derecho, la realidad es otra. Los pacientes tardan ya meses en recibir los servicios de salud que requieren, por lo que una mala planeación en este proceso podría ser fatal. 

Por el lado del desabasto, existe el riesgo de que la federalización tenga como consecuencia monopolios aún más grandes de los que ya existen y los cuales a su vez fueron causantes del desabasto, nos comentó el coordinador de Cero Desabasto. 

Transparencia 

La salud en México es uno de los rubros que más ingresos recibe, en 2024 recibirá $874,796 millones de pesos, 5.7% más de lo que recibió en 2023. Tantos recursos han atraído históricamente mucha corrupción y la concentración de estos recursos en un momento en el que las instituciones de transparencia están tan debilitadas puede ser catastrófico. 

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Seguir el dinero y exigir una rendición de cuentas va a ser mucho más difícil si “no tenemos un buen mecanismo de vigilancia y transparencia” y sin contrapesos la federalización hará que “la corrupción de uno sea mucho más grave”, dijo también el doctor Castañeda, quien considera que “hace falta mejorar los sistemas de información para poder tomar decisiones útiles”. 

Los errores en el manejo de la salud pública cuestan vidas, esto podría ser un primer paso hacia la unificación del sistema, pero va a requerir de tiempo y voluntad política, ¿está dispuesto López Obrador a reformar la salud en México o será este otro experimento fallido? 

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