Saber que han vuelto a surgir brotes de sarampión y Virus del Papiloma Humano (VPH) en recién nacidos en pleno 2023 parece sorprendente. Durante años nuestro sistema de vacunación ha respondido de manera ejemplar para erradicar -o por lo menos disminuir al mínimo- estas enfermedades prevenibles hasta en las zonas más alejadas.
¿Qué está sucediendo? Falta de vacunación e ineficiencia de los sistemas de salud incluso un año antes de la pandemia, desde 2019. Para entender la gravedad de la situación resaltemos otra vez que son enfermedades prevenibles. Es decir, sabemos cómo mantenerlas bajo control.
Por ejemplo, la sífilis, que es una enfermedad de transmisión sexual provocada por una bacteria que infecta el área genital de hombres y mujeres. Esta enfermedad es curable y tratada por lo general con penicilina, pero de no hacerlo provoca daños en el cerebro, los nervios, los ojos o el corazón.
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Además, las mujeres embarazadas pueden contagiar a su bebé (a esto se le conoce como sífilis congénita). La bacteria puede causar daños en todo los órganos del recién nacido que se tienen que separar de sus mamás, ya que les afecta la lactancia y a los lazos que se forman con su madre. El bebé deberá recibir medicamentos vía vascular (por catéter) y quedarse hospitalizado por períodos prolongados.
De acuerdo con la Universidad de Guadalajara el confinamiento por la pandemia de la COVID-19 impidió que las personas tuvieran acceso a muchos medicamentos, acudieran a consulta y se tuvieran que “brincar” ciertos protocolos de atención durante el embarazo. Los casos de sífilis se han multiplicado 10 veces más desde ese entonces.
La pandemia agravó la situación pero no es la única razón
Antes de la pandemia ya habíamos tenido problemas con los esquemas de vacunación que derivaron en un rebrote de sarampión en 2020, nos dijo Andrés Castañeda, coordinador del colectivo Cero Desabasto.
Castañeda nos explicó que cuando bajamos la capa protectora que sería la vacuna o se le hacen “hoyitos”, lo primero que se cuela por ahí es el sarampión. Nos dijo que en ese momento, “la Secretaría de Salud reaccionó muy bien, hizo campañas, se pusieron las pilas después de bajar la guardia en 2019 y se levantó la cobertura contra sarampión de manera muy importante. Acto seguido ya no tenemos este problema”.
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Esto evidencia que la pandemia no es la única culpable de los problemas que tenemos en la atención de salud.
El especialista nos dijo que desde la administración pasada ya había indicios de que se estaba debilitando nuestro vacunación por dos razones: la primera es que la dinámica que tenía la ciudadanía para atender su salud era proactiva, nos referimos que las familias iban al centro de salud cuando tenían un resfriado y ahí se aprovechaba para vacunar a las y los niños.
Esto además ha sido un requisito para recibir los beneficios de algunos programas sociales -como Oportunidades- que llegan a zonas muy alejadas, creando una cultura de acercamiento a los centros de salud que se ha ido perdiendo.
La segunda es que hubo periodos de desabasto, nos explicó.
“Por ejemplo, en 2018 hubo un problema con hepatitis B porque llegó mal uno de los lotes y entonces no se liberaba por parte de la Cofepris ya que no se podía garantizar que estuviera bien, entonces ahí se bajaron las coberturas. Después se sumó la ineficiencia regulatoria en temas de vacunación y retrasos, porque no se compraron las vacunas”, resaltó el entrevistado.
Efectos de largo plazo
Otro caso semejante fue lo que pasó con la vacuna del Virus del Papiloma Humano (VPH). Andrés Castañeda nos explicó que una de las empresas que la proveía -y a la que México se la compraba- dejó de producirla.
“Nos tuvimos que formar en la fila y ese proceso tardó 3 o 4 años, porque se inhabilitó a uno de los proveedores que vendía las vacunas y no pudimos poner la vacuna”, dijo.
El grave problema aquí es que las consecuencias de estos años sin vacunación las veremos en 15 o 20 años, advirtió el especialista, pues será cuando nos demos cuenta del aumento en los casos de cáncer cervicouterino que ya provoca ocho muertes de mujeres al día.
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No solo eso, sino que el VPH es tan contagioso que el 85% de las mujeres y nueve de cada 10 hombres son portadores del virus en México y la segunda causa de muerte en mujeres.
En 2020 el cáncer cervicouterino fue el segundo más diagnosticado en México, con un estimado de 9,439 nuevos casos y 4,335 muertes.
Andrés Castañeda nos dijo que el 2022 y el 2023 pintan mucho mejor que los tres años anteriores, pero todo depende de que las decisiones no se hagan de manera unilateral ni generen incertidumbre entre la población.
Ya vimos las consecuencias de esto con las centenas de miles de muertes que dejó la pandemia por la COVID-19 en manos de Hugo López-Gatell, el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud en la Secretaría de Salud quien hoy está siendo investigado por omisión y negligencia en el manejo de la emergencia sanitaria que nos hundió en tres años de terror y desconcierto.
“Cuando las cosas se hacen con indicaciones unidireccionales, sin diálogos y sin participación ciudadana, el riesgo de que las cosas salgan mal es alto, sobre todo cuando hablamos de una política pública compleja que no se puede pensar desde un escritorio. En el camino los que pierden son las y los pacientes, principalmente las personas más vulnerables”, advirtió el especialista.
Y sí, siempre los que terminan pagando los platos rotos de estas decisiones son las poblaciones más pobres, más desamparadas y menos informadas. La enfermedad no tiene tiempo para esperar a que las autoridades de salud aprendan a tomar buenas decisiones. Ahí es donde está la urgencia.
