El grave problema de la violencia en el noviazgo y cómo enfrentarla

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Montserrat luchó durante seis días por su vida antes de fallecer. Con ella se fueron los sueños de convertirse en ingeniera. Apenas tenía 20 años. Su novio fue quien se encargó de apagar su vida, golpe tras golpe. Le fracturó un brazo, con otro golpe le fracturó el cuello, pero el más letal lo recibió en la cabeza, al provocarle un traumatismo craneoencefálico. Finalmente, murió en el hospital. Su asesino está prófugo.

Estaba demasiado enamorada, demasiado feliz, diario subía historias de lo feliz que era con él. Fue un acto de traición lo que hizo Marlon hacía Montse, no es justo que haya hombres que hagan esas cosas, que te digan que te quieren, que te van a cuidar, que van a estar ahí para ti siempre, y que de un día para otro crean que sacarte sangre de la cabeza es amarte. Montse iba a tener una gran vida, yo lo sé”, declaró Laura Rodal, amiga de Montse, a Televisa Veracruz

La violencia en el noviazgo está rodeada de estigma. Para la gente es muy fácil decir “pues córtalo y vete, no tienes hijos ni estás casada”. Pero la realidad es distinta. El chantaje o el control que el agresor puede tener sobre la víctima ocasiona que ella se sienta incapaz de dejarlo. No es falta de inteligencia o gusto por sufrir, más bien es la manipulación que la convenció de que no es valiosa ni capaz de seguir adelante sin él, explican las expertas. 

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Como Montse, cinco de cada 100 mujeres jóvenes sufren o han sufrido violencia física en el noviazgo, pero la violencia emocional es mucho más común: cerca de 34 mujeres de cada 100 la padecen (celos, control, agresiones verbales o amenazas), de acuerdo con la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares 2016 (ENDIREH).

Lo grave de esta problemática es que casi la mitad de estas mujeres vive en silencio los abusos de los que son víctima, lo cual podría dificultar que ellas salgan de esa relación y que la violencia escale cada vez más. 

La violencia en el noviazgo es un proceso tan paulatino y sutil, que termina volviéndose casi imperceptible para las víctimas. Éste puede empezar con el control de la pareja privándola de las redes sociales y mermando la frecuencia de encuentros con amigos o familiares, nos explica María Luján Costa, psicóloga clínica especializada en género y diversidad por la UBA e integrante de la Red de Psicólogxs Feministas

“La violencia en el noviazgo es cualquier acción que pudiera dañar a la otra persona y en ella se engloba la violencia física, psicológica o emocional, incluso sexual, que es una de las más invisibilizadas”, comenta Luz Nava, psicóloga cofundadora de la Colectiva Cuerpa

Se tiene que hablar de este problema porque el no hacerlo pone en peligro a las mujeres, pues no sólo se trata del maltrato físico. Incluye también el emocional, las agresiones sexuales de la pareja y las consecuencias que podría traer para las víctimas, advierten las especialistas consultadas por Cuestione

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Comienza con pequeñas acciones, pero crece

Esmeralda conoció a José en la secundaria. Cuando tenían 14 años comenzaron una relación que se prolongó hasta que cumplieron 18 años. Fue entonces que vivió violencia. “Él me obligó a alejarme de mis amigos, incluso de familiares. Sus celos llegaron al punto de revisar mi celular y redes sociales para comprobar que no lo engañaba”, narra Esmeralda.

La joven, ahora de 21 años, también recuerda que sus amigas le pedían que terminara la relación con José, pues notaban que Esmeralda cada vez estaba más triste y se aislaba.

Cuando el agresor obliga a la víctima a cortar lazos con sus amigos y comienza a controlar con quién habla, cómo se viste, cuándo y a dónde sale, la víctima empieza a sentirse aislada, cambia la percepción que tiene de ella misma y su valor como persona, coinciden las expertas.

Las agresiones comenzaron a ser más frecuentes y peores. Me engañaba con otras mujeres y cuando yo reclamaba cambiaba la versión para que yo sintiera culpa por mis celos y terminara pidiéndole perdón”, narra Esmeralda. “Los insultos cada vez eran más hirientes y cuando se enojaba me dejaba de hablar por días, creo que hasta desarrollé ansiedad”. 

Al igual que Esmeralda, el 82% de las mujeres que atravesaron por una relación violenta mencionaron que sufrieron de tristeza, aflicción, incluso depresión. Además, el 38.8% de las mujeres vivieron con miedo y angustia, reportó la ENDIREH

Se cree que porque es tu novio tienes la obligación de tener relaciones sexuales con él, esto conlleva a que ellos manipulen o chantajeen a su pareja para tener sexo, y tenemos que reconocerlo como una violación”, explica Luz Nava. 

En México 2.4 millones de mujeres han experimentado violencia sexual a lo largo de su relación. Los abusos que más denunciaron fueron la violación mediante amenazas o chantajes, seguidas de la violación utilizando la fuerza física; quienes más lo vivieron fueron las mujeres más jóvenes de 15 a 24 años, de acuerdo con la ENDIREH.

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El silencio, el peor enemigo

La forma en la que nos educaron, la cultura, cómo nos enseñaron a relacionarnos, el amor romántico hacen que sea difícil para las víctimas poder identificar la violencia en el noviazgo, pues normaliza el maltrato y la visión del amor como un sacrificio por parte de las mujeres, coinciden las expertas. 

Aunque a Esmeralda le lastimaban los insultos, las infidelidades y el constante control de José, prefería dejarlo pasar. Para justificarlo se repetía que era normal y que no pasaría de nuevo. Lo que más le afectó fue no tener con quien hablar sobre esto, sintió que si lo decía nadie le iba a creer porque él era querido por todos, incluso los papás de Esmeralda confiaban plenamente en él. También le asustaba pensar que no la dejarían volver a verlo

Muchas veces estas agresiones se ven como hechos aislados, se les resta importancia e incluso no se lo comentan a nadie, para así seguir con la relación y con la noción del amor romántico, explica María Luján Costa, psicóloga clínica especializada en género y diversidad por la UBA e integrante de la Red de Psicólogxs Feministas

Algunas de mis amistades me trataban con condescendencia por no poder dejarlo o volver con él, me hacían sentir que era mi culpa por quedarme y que me merecía todo eso”. Esmeralda toma un minuto y continúa narrando: “incluso un amigo me llegó a preguntar si me gustaba ser tonta por seguir en donde me maltrataban. Después de eso ya no le quise contar a nadie y lo viví sola”. 

Atravesar por esta situación en solitario y sin comentarlo con nadie es algo que sucede con frecuencia: de las 19.1 millones de mujeres que sufrieron violencia en la pareja, la mitad no se lo contó a nadie

Las frases como “eres una tonta por quedarte”, “por estar en esa relación te pasan esas cosas” también afectan la autoestima de las personas que están involucradas en una relación violenta y reafirma que no puede sola, que carece de inteligencia y que es culpa suya y no del agresor; además podría provocar que ella ya no tenga la confianza para hablarlo, explica Luz Nava.

También explica que la vergüenza es otro factor que influye en el silencio de las mujeres, “que pena decir que me grita, me pega, me insulta, me obliga a tener relaciones sexuales”, “¿Qué van a decir de mí? ¿Qué van a pensar de él?”, el temor a ser juzgadas y tratadas como si fueran tontas les impide hablar. 

Aunque es frustrante ver que una persona cercana está en peligro al permanecer en esa relación, es importante comprender que dentro de este ciclo de violencia ella puede regresar con el agresor o no puede romper el vínculo de una manera rápida.

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No es tu culpa, puedes salir de allí 

El primer paso para salir de una relación violenta es identificar y reconocer que estás en una, “si por algún motivo no te sientes cómoda en ella puede ser un foco de alerta. No es normal que tengas miedo, que debas cuidar cada palabra o acción para que no se enoje ni que te sientas triste la mayor parte del tiempo”, explican las expertas.

¿Cómo salir de una relación así? “Lo primero que debemos hacer cuando comenzamos a sospechar que es un vínculo violento es darle nombre a eso que nos está hiriendo”, dice María Luján Costa, “a veces este proceso lleva mucho tiempo y no podemos decírselo a otra persona, pero una manera de derribar el mito de ‘estás exagerando, esto no pasa siempre’ y para entender que es sistemático podemos sentarnos a escribir lo que sentimos que nos está haciendo mal, decírnoslo a nosotras mismas”. 

¿Qué no debemos hacer al momento de acompañar? “No debemos decirle cómo, de qué manera y qué es lo que tiene que hacer, tampoco juzgarla, infantilizarla y mucho menos victimizarla. Además, es muy importante comprender que no podemos obligar a una víctima a denunciar, pues si ella no está segura de querer hacerlo podemos ponerla en riesgo”, advierte María Luján Costa. 

Frases como “esto no es tu culpa, pero tú eres capaz de salir de esta situación”, “podemos buscar las herramientas para que salgas”, “cuentas con otras personas”, acompañadas de la paciencia, del tiempo y del sostén pueden ser un salvavidas para las víctimas

Probablemente la golpiza que Marlon dio a Montserrat no fue la primera. Probablemente Montse no supo o no pudo contarle a alguien o si lo hizo pensó que Marlon cambiaría. No lo sabemos. Lo que sí sabemos es que el feminicidio de Montse es uno de los 11 que se cometen a diario en el país y que eso debe de cambiar

Fragmento de la carta que la prima de Montse escribió en sus redes sociales cuando falleció: 

“Aún escucho cómo ríes, cómo juegas, cómo bromeas… Siempre serás mi definición de valentía, de amor y de aventura, una parte de mí siempre quiere ser más como tú… Siempre disfrutaste cada día como si fuera el último, siempre brillante y siempre viéndote perfecta… Siempre vas a vivir en mí y te llevaré en cada logro de mi vida, ve tranquila que seguiremos siendo esa familia unida que siempre se apoya, por ti, por nosotros, cuidaré de nuestros hermanos tanto como tú lo hubieras hecho”.

Si estás en esta situación o conoces a alguien que busca orientación profesional, puedes recurrir a organizaciones de atención psicológica con perspectiva de género como Sorece o la Red de Psicólogxs Feministas, entre otras. También puedes pedir ayuda en grupos feministas como Colectiva Cuerpa

Si el problema es más grave y sufres violencia física o sexual recuerda que puedes llamar al 911 o a la Línea Mujeres (5658-1111) en CDMX, para recibir orientación psicológica y jurídica acerca de cómo actuar en casos de emergencia. 

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