Zacatecas, sumida en la violencia

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En octubre otra vez Zacatecas durmió en la angustia. “Desaparecieron a una familia colombiana completa, hay tres niños”, se filtró en un grupo de WhatsApp de familias, académicos, trabajadores zacatecanos, que se organizan en red para informar y acompañarse a la distancia ante la violencia.

Ese mes nadie supo qué pasó con Yulieth y Jorge y sus hijos Daniel, Mía y David de 11, seis y tres años. Simplemente desaparecieron, se activó la alerta Ámber y Zacatecas volvió a medio dormir, medio amanecer, a medio sobrevivir.

Por su ubicación geográfica, historia y condiciones socioeconómicas, en el estado de Zacatecas convergen diversos flujos de personas en movilidad, incluyendo inmigración, emigración, migración de retorno y migración de tránsito, se lee en el resumen ejecutivo de indicadores de gobernanza de la migración a nivel local, elaborado por la OIM para el año 2023.

FOTO: CUARTOSCURO.

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En él, se detalla que Zacatecas es un estado que recibe suficientes extranjeros y donde aumenta la migración en tránsito. De acuerdo con los indicadores, los extranjeros que acuden a la autoridad migratoria en el estado provienen de Guatemala (53.8%), Honduras (23.3%), El Salvador (7.3%), Nicaragua (2.9%) y Cuba (2.5%).

“Que aparezcan con vida”, “Ojalá”, “con que aparezcan…”, textearon en otro rincón digital llamado Me Muevo por Colombia en México, que normalmente se movilizan con las autoridades mexicanas en caso de violencia contra sus connacionales. 

“Se ha vuelto un factor común que ante noticias de horror y violencia en el estado algún conocido y conocida ponga dentro de sus post o redes que conocía a determinada persona víctima ya sea de asesinato, desaparición, derecho de piso o amenazas”, cuenta a Cuestione la académica colombiana Malely Linares quien trabaja en la Universidad Autónoma de Zacatecas.

Las imágenes de Yulieth Andrea, de 35 años, de tez morena clara, ojos medianos cafés y nariz afilada, junto a su esposo Jorge Alejandro García, de 44 años, moreno, de ojos rasgados y delgado, así como sus tres hijos, se esparcieron en las pantallas de los teléfonos. Daniel, Mía y David, con edades comprendidas entre los once y los tres años, mostraban en sus retratos la inocencia propia de quienes apenas están comenzando su travesía por la vida.

La desaparición de la familia colombiana le recuerda a Zacatecas que la vida allá, al centro norte de México, no vale nada. Les deja también el recuerdo herido de las noches largas que llevan sin dormir porque la violencia no los suelta: hasta el 31 de octubre del 2023, han sido asesinadas 3,913 personas en el estado. 

Convivir con la muerte 

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Zacatecas es una tierra de tradiciones y paisajes pintorescos que colinda con Durango, Coahuila, Nuevo León, Nayarit, Jalisco, Aguascalientes, Guanajuato y San Luís Potosí. Sus habitantes luchan día y noche contra una sombra oscura que amenaza con arrebatarle la esperanza; la violencia. 

Todos los días del calendario hay un delito, todos los días asesinan a alguien en Zacatecas. En enero, por ejemplo, la incidencia delictiva del Sistema Nacional de Seguridad Pública, registró 345 delitos contra la vida y la integridad personal de donde se desprenden los homicidios dolosos y culposos con arma de fuego, con arma blanca o en accidentes de tránsito. Para finales de octubre de este año, se contabilizaron 357 delitos contra la vida. 

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En este contexto, cuando los zacatecanos saben que alguien desaparece, como el caso de la familia colombiana García Alonso, temen que aparezcan muertos. Pero esta vez, en el caso de la familia desaparecida, no fue así. La Fiscalía de Zacatecas informó el 2 de noviembre que Yulieth, Jorge y sus hijos, fueron localizados en Durango.

A decir de la Secretaría de Gobierno y la Fiscalía de Zacatecas, la familia desapareció mientras viajaba desde la Ciudad de México hacia Ciudad Juárez, Chihuahua, frontera con los Estados Unidos y fueron localizadas “mientras se hospedaban en un hotel en la capital de Durango en perfecto estado de salud”, se lee en el comunicado institucional.  

Hasta el momento, ni las autoridades mexicanas ni las colombianas en México, han dado más detalles sobre lo ocurrido y entre los grupos de redes sociales se dice que los padres de familia y los menores, abandonaron Zacatecas para jamás volver. 

Dos meses atrás, a finales de septiembre, otra vez Zacatecas fue víctima de la barbarie: siete jóvenes fueron secuestrados un domingo mientras dormían en un rancho, seis de ellos fueron encontrados sin vida en un lugar apartado del municipio de Villanueva. 

¿Disputa entre cárteles o violencia estructural?

FOTO: CUARTOSCURO.

De acuerdo con la DEA, el Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG) tiene presencia en al menos 21 de los 32 estados del país entre ellos Zacatecas, que se considera de vital importancia para los grupos del narcotráfico por su posición geográfica.

La presencia del CJNG en Zacatecas se dio a conocer también por la desaparición y asesinato de seis jóvenes y un sobrevimiente. El 28 de septiembre pasado, Óscar Alberto Aparicio Avendaño, secretario de Seguridad Pública del estado, dijo que dos jóvenes detenidos dijeron estar relacionados con esta célula criminal. 

Sin embargo, la académica Malely Linares que radica hace dos años en Zacatecas, considera que hay un discurso generalizado sobre la guerra entres dos cárteles pero en realidad “lo que ocurre es que hay una convergencia de violencias estructurales y de diversas problemáticas que a su vez requieren ser atendidas de manera integral”. 

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“Aquí existen disputas por el control territorial, por la apropiación y despojo de los recursos naturales incluyendo la extracción y explotación minera por ejemplo del Litio, un bajo nivel de accesibilidad al mundo laboral y educativo y esta suma de factores refuerzan la grave crisis de violencia en Zacatecas y su recrudecimiento en materia de desplazamientos forzados, desapariciones y asesinatos de maneras crueles y sanguinarias”, explica la docente investigadora.

Mejor irse…

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En esta vorágine violenta que atraviesa Zacatecas, también está la irresponsabilidad política y la de sus gobernantes. Así lo expresó el senador José Narro Céspedes desde la tribuna cameral, al exhortar a “terminar con cacicazgos familiares y la inseguridad en Zacatecas”, gobernada por el morenista David Monreal. 

Narro sostuvo que la sociedad zacatecana vive “la peor crisis de violencia en la actual administración” lo que ha generado una mayor migración de la población a otras entidades del país. Al respecto, Malely Linares recordó que Zacatecas históricamente ha sido expulsor de la población a Estados Unidos. Sin embargo, reconoce que sí hay varias historias cercanas en que por causa de las violencias, “han tenido que irse”. 

Malely Linares, académica y testigo de la desgarradora realidad zacatecana, relata la historia de un amigo cuya familia, después de toda una vida en Zacatecas, contempla la posibilidad de migrar a Canadá. “En Fresnillo puedes encontrar muchas casas abandonadas…”, agrega la docente. Un testimonio que refleja la desolación que se apodera de la región, donde los hogares se vacían y las calles quedan marcadas por la ausencia.

Para la académica colombiana, en Zacatecas hay mucha negligencia por parte de las autoridades del estado. Recuerda que hace unas semanas, el secretario de gobierno atribuyó el aumento de la violencia a “disputas de grupos antagónicos externos a la entidad”.

Malely Linares advierte sobre el panorama desolador y desesperanzador que enfrentan día tras día, sumidos en la incertidumbre de un futuro que parece empeorar. Y advierte sobre la exposición constante a la violencia que tiene un costo invisible pero devastador: la salud mental de los zacatecanos se resiente. 

“Porque te encuentras en muchas ocasiones frente a un panorama desolador e incluso desesperanzador. Vives en medio de la incertidumbre de saber que posiblemente esto va a empeorar y que nadie está a salvo de enfrentarse a alguna de estas terribles situaciones”, afirma Linares. 

La propia docente ha vivido la violencia de cerca. Acompañó a una familia que fue baleada por la delincuencia hace apenas unos meses. A pesar de ello, su decisión es quedarse en Zacatecas. Con décadas de experiencia trabajando con organizaciones y movimientos sociales en contextos de violencia, desde su natal Colombia hasta Zacatecas, la académica se aferra a la convicción de que la resistencia y la solidaridad son armas poderosas.

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A la docente investigadora le preocupa que la violencia en Zacatecas no cese, aunque considera que “en esta crisis civilizatoria mundial es muy difícil que exista un lugar que esté ajeno a las violencias”.

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Desde Zacatecas, Malely Linares envía un mensaje de esperanza a la comunidad, recordándoles que no están solos. Aunque las acciones desde la sociedad civil sean modestas, la solidaridad siempre prevalecerá y la academia se erige como un faro, esforzándose por visibilizar la realidad que enfrentan para que la violencia no se normalice, para que no se vuelva un paisaje cotidiano.

En este rincón de México, donde el frío del frente número 11 se mezcla con la helada del miedo, la muerte vuelve a manifestarse en cuatro bolsas con cuerpos en descomposición en Fresnillo. Un recordatorio de que la violencia no da tregua, ni siquiera ante la llegada de la nieve. 

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