México y su largo camino para construir un sistema democrático

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El camino democrático en nuestro país ha pasado por grandes retos: desde lograr que las personas votemos, hasta la creación de organismos independientes que pueden vigilar (y en su caso sancionar) lo que hace el gobierno federal, como cuidar que no haya violaciones a derechos humanos u obligarlos a transparentar sus recursos públicos.

Si bien actualmente vivimos en una democracia representativa, aún hay factores que atentan contra ella, como que “tenemos, de forma sistemática, fraudes, dinero ilegal en campañas, obstaculización de personas o grupos para llegar al poder”, como nos dijo Daniel Vázquez, doctor en Ciencias Sociales por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO).

Pero la construcción de esa democracia ha sido fruto de grandes cambios sociales y políticos. Por ejemplo, durante 70 años consecutivos en el país, gobernó un solo partido político: el PRI; antes de la reforma electoral de 1977, no había representación proporcional de otros partidos en el Congreso.

Algunos expertos creen que uno de los desafíos actuales en la democracia es no volver a ese presidencialismo, que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador parece que busca debilitar, al desaparecer o mermar algunos de sus contrapesos políticos, como los organismos autónomos encargados de vigilar lo que hace el Ejecutivo, lo cual volvería a concentrar el poder en el presidente.

Por lo tanto hay que entender que la democracia no es un destino final, si no que replantea todo el tiempo las formas de gobierno actuales, las relaciones sociales y las dinámicas políticas, pues van apareciendo nuevos fenómenos y nuevos retos para que podamos alcanzarla, nos dice Christian Salazar Montiel, académico de la Facultad de Estudios Superiores Acatlán de la UNAM.

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Estos han sido los momentos y retos más importantes de la historia moderna de la democracia en México.

El presidencialismo

El partido que gobernó el país durante 70 años se fundó en 1929. Primero con el nombre de Partido Nacional Revolucionario (PNR), después cambió su nombre a Partido de la Revolución Mexicana (PRM) en 1938 y se convirtió en el Partido Revolucionario Institucional (PRI) en 1946, como hasta hoy lo conocemos. 

Durante siete décadas este partido dominó el sistema político del país, es decir, el PRI tenía el poder en los municipios, las gubernaturas, el Congreso y quien tenía el control máximo era el presidente en turno. “No había división de poderes ni órganos autónomos ni contrapesos de otros partidos ni de contrapesos de gobiernos locales”, nos dijo Jorge Márquez, politólogo de la UNAM. Es decir, se hacía lo que decía el presidente.

La reforma de Reyes Heroles

La democracia en el país no se podría entender sin las reformas electorales, una de las más importantes, que abrió la puerta a los cambios electorales en el país, fue la que impulsó el político, historiador y académico Jesús Reyes Heroles, cuando fue secretario de Gobernación (entre 1976 y 1979); también había sido presidente del PRI en el sexenio de Luis Echeverría (1970-1976) y sería secretario de Educación en el de Miguel de la Madrid (1982-1988).

El sistema político entró en crisis luego de que, en las elecciones presidenciales de 1976, hubo un solo candidato: José López Portillo, una situación cómoda para su partido: el PRI, quien siempre aventajó las elecciones locales y presidenciales desde años atrás. 

Y aunque existía otro candidato alterno fuerte, Valentín Campa, por el Partido Comunista Mexicano y que obtuvo casi dos millones de votos, estos fueron anulados, pues no tenía registro oficial.

Este hecho inédito evidenció que las elecciones en aquella época eran tan vacías de contenido, tan insignificantes, que ningún partido de la oposición quiso participar en la contienda que, mucho antes de la jornada electoral había definido al ganador”, se lee en el portal Faro Democtrático del Instituto Nacional Electoral (INE).

Además, México vivía una ebullición social, nacieron varios partidos políticos (como el Comunista) que actuaban en la clandestinidad; se formaron los primeros sindicatos sociales, los cuales representaban una presión al gobierno, pues el peso de la crisis económica de ese tiempo recayó principalmente en la clase obrera, campesina y media baja, y exigían representación política, escribe Jorge Carpizo, exrector de la UNAM.

“Había un clima general de pérdida de confianza en el sistema”, de acuerdo con Carpizo.

Ante esto, Reyes Heroles, impulsó la creación de reforma (alimentada por políticos, intelectuales y académicos) en 1977 que abriera espacios para que otros partidos quisieran participar, para la cual convocó a Impulsó una reforma que fue lo que dio inicio a la llamada “la llamada transición mexicana a la democracia”, la cual estimuló la creación de nuevos partidos políticos, dio pie a la figura de los diputados plurinominales (con base en los votos en las urnas, aunque no ganaran en un distrito, con el fin de que no hubiera solo un partido en el Congreso), de acuerdo con Luis Carlos Ugalde, excomosionado presidente del IFAI.

Esta reforma hizo que incrementara el número de diputados de 213 a 400 (divididos en 300 uninominales y 100 plurinominales), que se redujeran los requisitos para que los partidos políticos obtuvieran su registro (pues antes había muchos candados para hacerlo) y reconoció personalidad de los partidos políticos.

Todo esto permitió la incorporación de nuevos actores políticos. Por ejemplo, el Partido Demócrata Mexicano (PDM), el Partido Comunista Mexicano (PCM) y el Partido Socialista de los Trabajadores (PST) solicitaron y obtuvieron su registro.

Además, cuatro asociaciones políticas nacionales de izquierda (Unificación y Progreso A.C., la Unidad Izquierda Comunista, el Movimiento por el Partido Revolucionario de los Trabajadores y Acción Comunitaria A.C.) quedaron habilitadas para participar electoralmente en alianza con algún partido político, de acuerdo con la información del Museo Legislativo de la Cámara de Diputados.

La creación del IFE, hoy INE

Después de esa gran reforma que aumentó la participación política de otros partidos, y no sólo el PRI, hubo otra crisis electoral en las elecciones presidenciales de 1988, cuando Carlos Salinas de Gortari ganó con el 50.3% de votos, frente a sus contrincantes Cuahtémoc Cárdenas, Manuel J. Clouthier y Rosario Ibarra.

Pero su votación fue muy cuestionada por la famosa “caída del sistema”. Resulta que en ese entonces no existía un órgano autónomo que organizara las elecciones y recaudara los votos (tarea que hoy realiza el Instituto Nacional Electoral). En ese año, la encargada era la Comisión Federal Electoral (CFE), la cual le tocó presidir a Manuel Bartlett Díaz, como parte de su papel como Secretario de Gobernación.

Se esperaba que los resultados de aquella elección se dieran a conocer esa misma noche, pero eso no ocurrió sino hasta una semana después, porque el sistema de cómputo “se cayó”, según dijo la CFE, lo cual fue considerado como un fraude electoral, porque no hubo transparencia en el proceso electoral. La “caída” causó grandes protestas, ya que antes de que eso sucediera Cárdenas, que tenía gran apoyo popular en ese momento, iba adelante en los conteos. Cuando el sistema se restableció, Salinas iba adelante.

A raíz de esta situación, pasaron dos cosas importantes en el país: se fundó el Partido de la Revolución Democrática (PRD) y se creó la reforma electoral de 1990, que dio vida al Instituto Federal Electoral (IFE), como un órgano formalmente independiente del gobierno, para que organizara las elecciones de forma autónoma.

La creación del IFE ayudó a “construir una nueva institucionalidad electoral que fuera capaz de inyectar credibilidad —y con ello legitimidad— a nuestros procesos electorales”, escribe el politólogo José Woldenberg, ex consejero presidente del IFE.

Uno de los retos pendientes es darle espacio a la creación de las candidaturas independientes, pues aún existen muchas trabas para que nuevos partidos se registren. Si realmente queremos transitar a una democracia moderna, tendríamos que abrir espacios y no tener como partidos a los mismos que se crearon desde hace décadas, nos dice Christian Salazar Montiel.

Los órganos autónomos

Si bien el IFE fue uno de los primeros institutos independientes que se crearon en el país, después nacieron y se reforzaron otros que ayudaron a la construcción de la democracia en el país.

Aunque la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) nació en 1825, no fue sino hasta 1994 que –gracias a una serie de reformas constitucionales– hubo cambios importantes dentro de su estructura. Por ejemplo, se redujo el número de ministros de 26 a 11, se creó el Consejo de la Judicatura Federal y se le otorgó autonomía para ser árbitro de los conflictos políticos y actos del Estado.

Por ejemplo, en 1996 la SCJN presentó un informe sobre las violaciones a derechos humanos por parte del Estado, cometidas en la matanza de Aguas Blancas, Guerrero, lo cual sentó un precedente en el derecho a la información y el derecho a la verdad.

La Corte ha sido un contrapeso real a la acumulación indebida de poder, ha favorecido el debate democrático, el pluralismo, la participación y ha sido un factor de fortalecimiento de las instituciones democráticas”, como escribió Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, actual presidente de la SCJN.

En 1992 también se creó la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), la cual se encarga de proteger los derechos humanos de todas las personas y de protegerlos también ante cualquier abuso de autoridad por parte de servidores públicos y de actos del Estado.-

En 2002, nació el Instituto Federal de Acceso a la Información y Protección de Datos (IFAI), ahora Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales, el organismo que garantiza el cumplimiento de dos derechos ciudadanos fundamentales: el acceso a la información pública y la protección de los datos personales.

“Las instituciones democráticas que fueron construidas a través de reformas, legislaciones específicas, la deliberación política y académica… tienen mucho que aportar. Una democracia se caracteriza fundamentalmente por dotar a los ciudadanos de información necesaria para realizar un plan de vida”, de acuerdo con Blanca Lilia Ibarra Cadena, comisionada del INAI.

Aunque para el presidente Andrés Manuel López Obrador, estos organismos han sido “tapaderas” y “alcahuetas” de casos de corrupción en sexenios pasados y propuso desaparecer al INAI, por ejemplo.

Construir la democracia en el país ha llevado grandes desafíos y largos años, así como muchos sacrificios de la sociedad civil. Desde los cambios a las reformas, crisis políticas y sociales, pero hoy estamos parados ante nuevos retos para seguir teniendo la ciudadanía a la que queremos aspirar.

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