Violencia en centros de trabajo, otra de las agresiones que enfrentan periodistas

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Acoso laboral, bajos salarios y jornadas que a veces llegan a sobrepasar las 15 horas son comunes para periodistas y comunicadores, a pesar de que existe una Ley Federal del Trabajo que rara vez se cumple. Esto nos contó Paola Ramos, de la Asamblea de Trabajadorxs de Medios contra la Precarización Laboral.

Cada vez más periodistas hablan sobre malos tratos en sus trabajos, con agendas que denuncian violaciones a la ley, pero que son incapaces de cambiar sus políticas internas para dar condiciones favorables a sus empleados, nos comentó. 

Por ejemplo, en las cuentas #TenemosQueHablar y Terror en los Medios, en Twitter, periodistas exponen de manera anónima lo que tienen que soportar con tal de conservar sus empleos. 

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En el caso de #TenemosQueHablar han recibido 50 acusaciones de trabajadores en contra de medios de comunicación, pero sólo 10 se han traducido en denuncias formales.

Jorge -cuyo nombre cambiamos para proteger su identidad- nos platicó que en un medio nacional en el que trabajó más de 7 años lo presionaban con jornadas de trabajo que en ocasiones llegaron a superar las 20 horas de trabajo. 

“El director del periódico decía: ‘Los  periodistas somos como los doctores, tenemos que estar 24/7’. O ‘así es la dinámica de Internet, así que aguántate, 24/7 los 365 días del año’. Pero me parece absurdo y hasta pendejo exigir tantas horas de trabajo. Terminas agotado, sin rendir. Y luego te culpan y te reprenden si les dices que estás cansado, por las condiciones de maltrato que ellos mismos imponen”, nos dijo. 

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“También estaban los gritos. Todo el tiempo había gritos. El subdirector del diario, quien también fue coordinador de una sección en La Crónica, hacía rabietas e incluso tiraba cosas de los escritorios, pateaba puertas y golpeaba muros con los puños por cosas que en realidad tenían una solución muy simple. Sin embargo, su carácter hacía que todos trabajáramos bajo una presión innecesaria y tóxica”.

Jorge nos comentó que era común recibir llamadas fuera del horario laboral en las que el director le pedía que le ayudara a solucionar asuntos personales o llamadas telefónicas intimidatorias, en las que con discretas amenazas le decían que su empleo estaba en riesgo y que después no podría conseguir nada.

“Te hacían sentir como la novia violentada de una relación tóxica, que se cree que no vale nada y que le hacen un favor maltratándola”, recordó.

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Este tipo de hostigamiento incluso está penado en la Ley Federal del Trabajo, en el artículo 3 Bis, además de que la Suprema Corte de Justicia de la Nación tiene una tesis al respecto, en la que reconoce que el acoso laboral sus componentes.

“Es necesario mencionar que se ha llegado a denominar acoso moral al acoso laboral cuando se trata de otra vertiente de afectación y daño en la esfera ético moral de cada persona, diferenciable del psicológico que viola el derecho a la salud. El acoso moral incluye un trato objetivamente humillante, que afecta la integridad moral y que causa un perjuicio moral”, señaló la SCJN en su tesis CCLI/2014 (10a.) de la Primera Sala.

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De acuerdo con la Comisión Nacional de Derechos Humanos, 80% de los trabajadores ha presenciado un acto de acoso laboral contra un colega y el 74% asegura que esta conducta es ejercida principalmente por los jefes.

Tan sólo en 2017, 18,000 personas renunciaron a su trabajo por ser víctimas de mobbing o acoso laboral.
Según una encuesta realizada por la Asamblea de Trabajadorxs de Medios contra la Precarización Laboral a 385 trabajadores de medios de comunicación en 28 estados del país, el 64% ha vivido asignaciones de trabajo excesivas, bajo presión y en plazos imposibles de cumplir.

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Además, el 74% decía que su salario era tan precario que no podía ahorrar, mientras que el 85% dijo que necesitaba pedir dinero para completar la quincena.

La gota que derramó el vaso, nos dijo Jorge, fue cuando durante la pandemia el director del medio casi con lágrimas en los ojos los llamó a “cerrar filas” y a hacer un esfuerzo para trabajar jornadas extenuantes desde casa. El anuncio no era gratuito. A él le redujeron su salario, como una muestra de solidaridad al diario y le quitaron un día de descanso

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“Es mejor que no tener trabajo en medio de la pandemia”, le dijeron a manera de amenaza.

Después, cuando pidió que le reajustaran su salario, la empresa lo obligó a firmar un documento en el que perdía su antigüedad y sus derechos. Esa era la condición para que recuperara su sueldo original. Jorge reclamó y lo corrieron. Su caso está en la Junta Local de Conciliación y Arbitraje.

Otras violencias contra periodistas

En México, durante el sexenio del presidente Andrés Manuel López Obrador, 36 periodistas han sido asesinados, de acuerdo con un recuento de Cuestione.

Además está el hostigamiento desde la Presidencia, que de acuerdo con analistas y periodistas incrementa el riesgo de que las personas comunicadoras sean violentadas

El problema es que la estigmatización contra quienes defienden la libertad de expresión “es una carta blanca que da impulso para que se agreda, se amenace a periodistas y defensores de derechos humanos sin temor a que haya una respuesta contundente por parte del Estado”, nos dijo Vladimir Cortés, Oficial del Programa de Derechos Digitales de la organización internacional Artículo 19.

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“Esto se traduce en el permiso para replicar y seguir agrediendo a la prensa, es un mensaje permisivo ante particulares y a otros poderes que encuentran en estas narrativas un impulso para amenazar y agredir, es un efecto cascada que atenta también contra la democracia del país”, nos dice el especialista como te explicamos en esta nota.

Aunado a esto, hay otros tipos de violencia de la que son objeto los comunicadores en su trabajo cotidiano, nos comentó Paola Ramos, de la Asamblea de Trabajadorxs de Medios contra la Precarización Laboral.

Así lo expuso el colectivo en un manifiesto: 

“La situación de nuestro gremio es alarmante; y, aunque todos sabemos lo que nos aqueja, vale la pena recordarlo: somos perseguidos por hacer nuestro trabajo, como el caso de los colegas en Yucatán que impulsan una lucha contra los delitos de difamación que utilizan quienes están en el poder para callar sus voces; somos hostigados por la delincuencia, por los grandes empresarios y por los políticos por destapar escándalos, corrupción y colusión entre el crimen y el Estado. Somos explotados y nos enfrentamos a trabajos que nos chupan hasta la última gota de sangre porque ‘la noticia no descansa’. Y efectivamente, parece que el único descanso es el que alcanzamos cuando nos asesinan”, señala el documento publicado por #TenemosQueHablar el 9 de mayo pasado tras el asesinato del periodista Luis Enrique Ramírez.

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Para Paola Ramos es importante que este tipo de problemas se visibilicen, pues esto permite evidenciar una situación que es generalizada en los medios de comunicación.

Por ello, nos dijo, la Asamblea surge como un espacio organizativo. Y aunque no tiene por objetivo primordial recibir y dar salida a esas denuncias de maltrato laboral y acoso, sí las expone para crear conciencia sobre una situación apremiante. 

“Creemos que es un síntoma de esta falta de opciones para denunciar y expresar lo que sucede en los medios”, agregó.

Concluyó que “en los medios de comunicación en general hay una narrativa sistémica que hace creer que los periodistas deben soportar un ritmo de trabajo que no es congruente”.

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