Lucha en el desierto: la historia de las madres buscadoras de Sonora

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Cuatro horas después de que sus hijos fueron privados ilegalmente de la libertad tras una balacera, Cecilia Flores ya estaba buscándolos en un cerro desde el que se veía la inmensidad del desierto que rodea al poblado de Bahía de Kino, en Sonora

Su hijo, Marco Antonio Sauceda Rocha, estaba en su casa la medianoche del 4 de mayo de 2019 cuando un comando armado irrumpió y entre vidrios rotos y balazos los “levantó” a él y a su hermano menor. Apenas unos minutos antes, Marco había estado en casa de su madre, a quien invitó a ir con él a conocer a su nieto, quien nació de manera prematura y estaba en una incubadora en un hospital.

Cecilia recuerda que en esa ocasión Marco le llevó un pastel y 15 minutos después se despidió. No había pasado ni media hora cuando una balacera la alertó. Cecilia intentó comunicarse con Marco, pero no hubo respuesta. Más tarde, una llamada le informó que  Marco y el menor de sus hijos habían sido secuestrados por el crimen organizado. 

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“No sabía que no lo iba a volver a ver. Mi hijo tenía 32 años al momento de su desaparición acababa de cumplir años en febrero y ahorita tendría 35 años. Desde entonces lo estoy buscando”, nos comentó.

“Los hubieran podido encontrar”

La lideresa del colectivo Madres Buscadoras de Sonora nos dijo que en la fuga, los delincuentes que se llevaron a sus hijos estuvieron más de media hora en las afueras de Bahía de Kino, varados en la carretera que lleva a Hermosillo porque una llanta se les ponchó y tuvieron que esperar a que llegara otro vehículo. 

“Fui al lugar donde vivían mis hijos. Encuentro solamente resguardada el área con muchos elementos de seguridad, pero nadie buscando a mis hijos. Si esas patrullas que estaban ahí resguardando un lugar donde ya no había nadie hubieran salido a buscar a los delincuentes, pudieron haber encontrado a mis hijos, pero no lo hicieron”, nos relató.

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Todo esto lo supo porque el menor de sus hijos fue liberado unos días después, como regalo del Día de las Madres. En ese año hubo en Sonora 364 delitos contra la libertad personal.

Además, 2019 fue el año que más personas desaparecidas no localizadas y localizadas se registraron en México, con un récord de 14,290.

Una historia que se repite

Marco no es el único hijo de Cecilia que está desaparecido. Casi cuatro años antes, el 30 de octubre de 2015, otro de sus hijos, Alejandro Guadalupe Islas Flores, iba camino a su trabajo en Los Mochis, en Sinaloa, cuando un comando armado lo abdujo frente a una gasolinera ubicada en la carretera 100.  Alejandro estaba ahí comprando unos refrescos cuando los delincuentes se los llevaron a él y a otras dos personas. 

Sin embargo, con el secuestro de Marco y el menor de sus hijos, Cecilia comenzó a transmitir en vivo sus pesquisas a través de redes sociales, lo que hizo que otras madres con hijos desaparecidos se sumaran a las Madres Buscadoras de Sonora, colectivo en el que hay 1,800 mujeres que buscan a sus hijos e hijas

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Además, repitió esas técnicas de búsqueda autodidactas, con pala y pico, con la experiencia de buscar a su otro hijo en las carreteras de Sinaloa. 

“Empecé a buscar donde sabía más o menos que lo podían dejar, en los campos, en los montes, por dentro de las breñas. Caminaba por las orillas de las brechas, asomándome para abajo, y empecé a encontrar otras personas que no eran mis hijos”, nos comentó. 

“Llevamos alrededor de 333 personas localizadas sin vida y 578 personas localizadas con vida y entregadas a familias en diferentes partes del país”, asegura.

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Labor peligrosa, sin auxilio de nadie

Por su trabajo en la localización de cuerpos de personas desaparecidas, Cecilia ha sido víctima de amenazas, que la orillaron a convertirse en desplazada y abandonar la búsqueda de sus hijos desde julio del año pasado. 

“Fueron perfiles falsos, pero también fueron llamadas de teléfono. Me decían que yo era la que seguía, acababan de matar a mi compañera 24 horas antes y estaban diciéndome que yo soy la que sigue, que la orden ya estaba dada por el jefe”, nos comentó.

El 15 de julio de 2021, una de sus compañeras, Aranza Ramos, del colectivo Guerreras Buscadoras, quien buscaba a su esposo, Bryan Omar Celaya en la zona de Guaymas, fue secuestrada y asesinada. 

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Esa noche, un vehículo se detuvo delante de su casa y un número indeterminado de individuos entró y se la llevó por la fuerza. Horas después su cuerpo fue localizado. Había sido ejecutada por buscar a su esposo desde el 7 de diciembre de 2020, y ahora está huérfana su bebé de un año y medio de edad.  

Después de esto, Cecilia recibió amenazas que la obligaron a dejar Sonora, junto con sus hijos y sus nietas.

Tan sólo el año pasado en ese estado aumentaron los casos de mujeres desaparecidas. InSight Crime halló que hubo denuncias de 41 mujeres desaparecidas entre enero y abril de 2021, frente a los 82 casos de 2020.

El problema que va en aumento

De acuerdo con cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, los delitos contra la libertad personal han registrado un aumento en Sonora. 

En 2019 hubo 364 averiguaciones previas por este delito, mientras que en 2020 hubo 479 y hasta el 30 de noviembre de 2021 las autoridades contabilizaban 651 casos. 

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En tanto, el estado suma 4, 230 personas desaparecidas, lo que lo coloca en un séptimo lugar a nivel nacional detrás de Jalisco (15,392), Tamaulipas (11,881), Edomex (10,443), Nuevo León (5,948), Veracruz (5,504) y Sinaloa (5,234).

En tanto, el Observatorio Sonora por la Seguridad informó que en promedio desaparecen 4 personas y 5.7 son asesinadas a cada día en ese estado. 

Ante indiferencia de gobierno, piden permiso a narcos para continuar búsqueda

Una medida de presión a la que recurrió Cecilia Flores para que las autoridades federales atiendan su caso y el de otras madres de su colectivo fue una huelga de hambre.

El 11 de octubre de 2021, afuera de la Fiscalía General de la República, en la Ciudad de México, comenzó su ayuno. Ese mismo día, autoridades de la FGR la recibieron y se comprometieron a avanzar en las investigaciones. La intención, nos dijo, era que la Fiscalía atrajera el caso, sin embargo hasta la fecha no hay respuesta. 

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“Hasta el momento han hecho mucho caso omiso de nuestras peticiones, no solamente de los de mis hijos, sino de todos los desaparecidos que hay en Sonora. Igual en Sinaloa, la carpeta de investigación de mi hijo Alejandro está limpia, igual que la carpeta de investigación de Marco Antonio en Sonora están limpias. Solamente tiene las investigaciones que yo como madre he podido recopilar en todo este tiempo”, nos platicó.

Flores asegura que sabe quiénes desaparecieron a sus hijos e incluso ha interpuesto denuncias en contra de esas personas, pero las autoridades siguen sin actuar. 

Desplazada y sin poder continuar con la búsqueda de sus hijos, Cecilia Flores, al igual que la activista Delia Quiroa, en Tamaulipas, (como te contamos en esta nota), se dirigió, a través de un mensaje publicado en sus redes sociales el 2 de enero de 2022, a líderes del narcotráfico como Rafael Caro Quintero y Crispín Salazar Zamorano, para que le garanticen seguridad al buscar a sus hijos.

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“Al desplazarme de Sonora me amarraron de pies y de manos y me quitaron la posibilidad de seguir buscando a mis hijos y a todos los desaparecidos. Yo tengo la necesidad de seguir buscando a mis hijos, por lo cual me veo en la necesidad de pedirles a ustedes, los  jefes de los cárteles de Sonora, Salazar, Caro Quintero y demás, que no nos maten, que no nos desaparezcan, que no nos amenacen, que nos dejen seguir buscando a nuestros hijos”, expresó en un video

Tres  días después, Cecilia y sus nietas se pararon con una cartulina en Palacio Nacional para pedir un encuentro con autoridades, que el mismo presidente Andrés Manuel López Obrador ordenó el 4 de enero. Y aunque funcionarios le agendaron una cita el 5 de enero con el subsecretario de Derechos Humanos de Segob, Alejandro Encinas, éste no acudió

 Finalmente se reunió con ella varios días después, pero Cecilia no puede volver a Sonora ni hay avances en su demanda. La historia de Cecilia Flores, la lideresa del colectivo Madres Buscadoras de Sonora, es la misma de miles de madres que buscan a sus hijos en un país donde hay 96,924 personas desaparecidas y no localizadas. ¿El gobierno las escuchará o seguirán en el abandono?

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